Sí, la Sagrada Familia también sintió en carne propia el sufrimiento y la dilaceración del Destierro, por causa de las persecuciones de un cruel y sanguinario déspota que odiaba al Niño Dios. Sin embargo, a pesar de esa insondable tragedia, en ningún momento la Virgen María y San José dudaron del auxilio de la Divina Providencia.
Que el Destierro cubano jamás dude, siquiera un instante, de que vendrá la liberación de Cuba y triunfará allí, con grandioso y pleno esplendor, la Civilización Cristiana.
Que la Santísima Virgen conceda a todos y cada uno de nosotros la fuerza, la energía, el énfasis y la resolución de la Sagrada Familia para enfrentar cualquier dificultad, por mayor que parezca, en esta lucha publicitaria en favor de la libertad de Cuba.