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Por Gonzalo Guimaraens

Según recientes informaciones de prensa, el llamado de S.S. Juan Pablo II para que "el mundo se abra a Cuba" estaría llevando a algunos gobiernos que hasta hoy se manifestaron adversarios de Fidel Castro, a reconsiderar su estrategia y entablar un diálogo con el dictador.

Se produce así una situación digna de Kafka: el llamado papal a romper el aislamiento de los desdichados cubanos es respondido con medidas que atenúan el aislamiento, no de las víctimas, sino de su carcelero...

El embargo que es preciso romper, con urgencia, es el del pueblo cubano, el gran aislado, el gran olvidado. Tal como denunció Fray Miguel Angel Loredo --un sacerdote franciscano que estuvo 10 años preso en las más severas mazmorras castristas-- "el verdadero embargo es el interno, aquel que Castro aplica al pueblo de Cuba".

Como acaba de afirmar la periodista independiente Tania Quintero, desde La Habana, los cambios del régimen comunista después de la visita papal han sido meramente "cosméticos"; y, por esa razón, observadores internacionales por ella consultados tienen la impresión de que "el gobierno cubano ha jugado sucio con el Vaticano".

Es de esperar que los gobernantes iberoamericanos, así como la activa diplomacia de este país, empeñen sus esfuerzos para ayudar efectivamente al pueblo cubano, y no a su tirano.

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