Jul. 29, 1998: Diario Las Américas, Miami. Jul. 22, 1998: Newsgroups soc.culture.cuba, soc.rights.human, soc.culture.latin-america, chile.soc.politica, soc.culture.colombia, soc.culture.el-salvador, soc.culture.peru, soc.culture.argentina, soc.culture.uruguay.
Castro: un "bombero" poco sincero
Por Gonzalo Guimaraens
Fidel Castro ha pronunciado "la oración fúnebre de la lucha armada", anuncia desde La Habana el corresponsal de AFP, añadiendo que el viejo "pirómano" se estaría transformando en "bombero". Y cita, como prueba, los buenos oficios que Castro estaría dispuesto a prestar en Colombia a solicitud del presidente saliente, Ernesto Samper, para poner fin al prolongado conflicto interno de ese país, que dura prácticamente tanto cuanto la revolución cubana. "Castro prestará sus buenos oficios si así son requeridos", aseveró Samper, en La Habana, aclarando que ahora la palabra está con el presidente electo, Andrés Pastrana. Y el ministro del Interior de Samper añadió que el dictador comunista estaría en condiciones de "servir como instrumento para la paz en Colombia".
¿Castro, de la noche a la mañana, transformado en un "instrumento para la paz"? En realidad, basta leer sus recientes análisis sobre la actual coyuntura latinoamericana y mundial, para verificar que el supuesto "neo-bombero" está astutamente adecuando los métodos del viejo "pirómano" a las actuales circunstancias. Pero, atención, sin cambiar en lo más mínimo los objetivos revolucionarios.
En efecto, el dictador en ningún momento ha renunciado, y menos aún renegado, de la lucha subversiva que, impulsada desde Cuba, provocó un baño de sangre en todo el continente y desgarra aún a Colombia. Castro se limita a constatar que en este momento no están dadas las condiciones "objetivas" para las guerrillas clásicas "al estilo bolchevique". Y da una importante pista sobre "nuevas tácticas" para llevar adelante la revolución social en América Latina, al sugerir como modelo de "movimientos de masas" al Movimiento Sin Tierra (MST) del Brasil.
¿En qué consiste ese modelo del MST, elogiado por Castro? Como veremos, en esa organización brasileña la estrategia es mucho más hábil y, en cierto sentido, más amenazadora que la de las guerrillas clásicas. Al mismo tiempo, conserva invariable la meta comunista, la misma que lanzó en la miseria a Rusia y a los países del Este europeo, y subyuga a Cuba: "Queremos una sociedad socialista e igualitaria", declara Juan Pedro Stedile, un ex-seminarista, ideólogo y dirigente nacional del MST, citando documentos de dicho movimiento que mezclan explosivos ingredientes de maoismo, castrismo y teología de la liberación.
Obsérvense algunas facetas de la nueva estrategia. A los ojos del público, la meta revolucionaria se mimetiza con un barniz "humanitario", de justicia social, de ayuda a los campesinos desfavorecidos y a los desempleados urbanos. Paralelamente, ciertos mass-media internacionales y redes de organizaciones no-gubernamentales se encargan de difundir al mundo ese nuevo perfil seudo-humanitario.
Junto con la movilización de masas en el campo y en las ciudades, el MST va consolidando "zonas liberadas" en sus numerosos campamentos, situados en 22 provincias brasileñas. En los cuales, con la participación de maestros-"ideólogos" de la propia organización, se prepara una nueva generación de revolucionarios, calculada en 50.000 niños y adolescentes entre 7 y 14 años.
No en vano, pues, Fidel Castro ha colocado al MST brasileño como un modelo a ser imitado.
¿Podrían, por ejemplo, las guerrillas colombianas -súbitamente dispuestas a sentarse en la mesa de negociaciones, pero nada dispuestas a deshacerse de las armas- adoptar en un futuro cercano un perfil análogo al del MST brasileño, para intentar articular en el campo y en las ciudades "movimientos de masas"de los cuales carece completamente? ¿Cómo descartar anticipadamente esa posibilidad? Máxime cuando no faltarán "inocentes útiles" dispuestos a interpretar dicha eventual estrategia como una sincera señal de los guerrilleros de desear insertarse en la vida cívica de su país.
Presumiblemente inspiradas en las nuevas directrices de Castro, las guerrillas optarán por usufructuar las jugosas ventajas políticas, estratégicas y financieras de las negociaciones que acaban de comenzar en Alemania y continuarán en Colombia. Pablo Beltrán, uno de los dirigentes del movimiento guerrillero pro-castrista ELN, adelantó que uno de los objetivos de las negociaciones es que el Estado colombiano reconozca la "autoridad" de los guerrilleros sobre vastas partes del territorio en las que hoy actúan. Tampoco pretenden dejar las armas, con lo cual se desembocaría en un desmembramiento de esa nación. "No entregaremos las armas ni antes ni después de cualquier acuerdo de paz", advirtió en ese sentido Milton Hernández, otro dirigente del ELN.
La disposición de conservar el aparato militar es muy significativa, en la perspectiva castrista, no sólo para Colombia sino para toda América Latina. El dictador cubano deja entrever su oculto anhelo de que las condiciones que él denomina como "objetivas" (o sea, crisis económicas y políticas) vuelvan a hacerse presentes en América Latina. Con lo cual podrían nuevamente generalizarse posibilidades para una lucha armada, esta vez, con el respaldo de "movimientos de masas" al estilo del MST. El 25 de junio pp., en conferencia de prensa en La Habana transcripta por el periódico "Granma", al referirse a las repercusiones de una eventual, y por él esperada, "crisis económica global" Castro dijo que ésta desencadenaría "un desastre que puede extenderse a América Latina" a partir de países según él "muy vulnerables", como Brasil. "Si esa crisis alcanza a un país como Brasil, arrastra inmediatamente a Argentina y a otros", provocando "fenómenos incontrolables", comentó, sin ocultar complacencia ante esa dramática perspectiva.
So pena de incurrir en serios errores de cálculo político que comprometan la tan anhelada estabilidad y prosperidad cristiana del continente, es preciso no perder de vista estas maquinaciones de un consumado "pirómano". Él ha creado una escuela subversiva con seguidores en toda América Latina, capaces de continuar su acción aún con el cada vez más comentado deterioro de su salud. Quienes, como en Colombia y otros países, imaginan ver hoy en Castro a un "bombero", deberían caer en la cuenta, antes que sea tarde, que en su nuevo papel está demostrando ser muy poco sincero.
Gonzalo Guimaraens es analista político, experto en asuntos cubanos.
E-mail: cubdest@cubdest.org