Ante la realización de la Cumbre Iberoamericana, en La Habana, la Comisión de Estudios Por la Libertad de Cuba se une a las voces del destierro que repudian con vehemencia a aquellos mandatarios que viajan a la isla-cárcel, para abrir una vez más sus brazos al tirano y cerrárselos al pueblo cubano.

Los presidentes y jefes de Gobierno iberoamericanos jamás deberían haber aceptado al dictador Castro en las Cumbres Iberoamericanas, algo que sólo ha servido para beneficiar publicitariamente al tirano y prolongar los sufrimientos de nuestros hermanos esclavizados. Castro se ha burlado de los tratados por él firmados en las Cumbres anteriores, delante de lo cual la hipótesis de que Cuba comunista fuese sede de dicho evento ni siquiera debería haber sido levantada; menos aún, transformada en realidad.

Dichos mandatarios continentales, sintiendo la vergüenza que anticipadamente está cayendo sobre ellos, y para intentar neutralizar las críticas que por todas partes se levantan, anuncian tímidamente que se preocuparán por los derechos de los cubanos... A ese respecto, es preciso hacerles saber que las medias tintas sólo sirven para hacer más indeleble el estigma de oprobio que desde ya los acompaña. Si la Historia no absolverá al tirano, tampoco lo hará con aquellos gobernantes, líderes políticos, hombres de prensa, figuras del mundo financiero y hasta eclesiásticos que han contribuido directa o indirectamente, por acciones u omisiones, para prolongar el sufrimiento del pueblo cubano.

Tal como lo denunció recientemente un grupo de sacerdotes de la isla, el régimen ha tenido hasta aquí una "eficacia diabólica" en el dominio de la población. Esa "eficacia" sólo fue posible por la connivencia declarada o el silencio cómplice de quienes podían y debían haber denunciado dicha acción "diabólica" del comunismo cubano.

El destierro debe continuar cumpliendo altaneramente con la vocación histórica que la Providencia le ha dado, de ser la voz de quienes en la isla-cárcel no tienen voz, alertando y hasta increpando cuando las graves circunstancias así lo exigen. Ninguna incomprensión, ningún caballo de Troya, ninguna calumnia, ninguna traición, deberán apartarnos de tan sublime misión.

Miami, noviembre de 1999.-

Sergio F. de Paz Dr. Enrique J. Cantón

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