"Política de la mano extendida":

de Thorez a los Orioles

Gonzalo Guimaraens

En Francia, a comienzos de 1937, el comunista Maurice Thorez y el socialista León Blum inauguraban la llamada "política de la mano extendida" -"politique de la main tendue"- hacia los católicos que se oponían al comunismo. Lanzaban así el primer globo de ensayo de una estrategia que se sucedería a nivel internacional, en las décadas posteriores, al amparo de diversos rótulos pero invariablemente con un mismo objetivo: desmobilizar y paralizar a los anticomunistas del mundo entero. En el plano político, las izquierdas han aprovechado, manipulado en beneficio propio y, en algunos casos, hasta inspirado iniciativas de envergadura como "coexistencia pacífica", "détente", "ostpolitik", "caída de las barreras ideológicas", "diplomacia del ping pong", "constructive engagement", etc. El interés demostrado por La Habana en la "diplomacia del béisbol", como instrumento para neutralizar las reacciones anticastristas en los Estados Unidos y conseguir que se levanten las sanciones económicas -algo confesado por el propio Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea del Poder Popular- se entiende en esa perspectiva.

Ayer, como hoy, los comunistas han extendido sus manos y colocado una máscara sonriente cada vez que ha sido útil a sus intereses. Pero quien tiene ojos para ver y oídos para oír, percibe que sus rostros son los mismos y que absolutamente no han mudado sus metas revolucionarias. El propio Maurice Thorez, pocos meses después de inaugurada la "politique de la main tendue", se encargaba de aclarar ante sus seguidores, en discurso del 28 de octubre de 1937: "Somos, nosotros comunistas, discípulos de Marx y Engels, de Lenín, de Stalin, partidarios convencidos del materialismo dialéctico, teoría de vanguardia del proletariado revolucionario". Otro tanto ha hecho el dictador Castro en recientes discursos, mientras se beneficia de los dividendos de la "diplomacia del béisbol".

Ayer, como hoy, se han levantado lúcidas voces de alerta contra esas maniobras. En febrero de 1937, pocos días después de lanzada en Francia la "politique de la main tendue", el entonces joven intelectual brasileño, Plinio Corrêa de Oliveira, advertía sobre el peligro de que esa estrategia se difundiese en las Américas. Al referirse a los discursos de Thorez y Blum, afirmaba que esos dirigentes "tratan de engañar a los católicos, anestesiar sus legítimas desconfianzas y paralizar sus esfuerzos con mil buenas maneras". Pero si esa mano extendida hacia los católicos fuese un gesto sincero, añadía, "significaría un golpe profundo en el comunismo" que sustenta que "la Religión es el opio del pueblo y constituye el mayor obstáculo a la revolución social". Entonces, "si los militantes comunistas no rompieron con esos dirigentes, es porque dicho golpe no es real"... (cfr. "Legionario", archidiócesis de Säo Paulo, Febr. 28, 1937).

Hoy, desde el exilio cubano, lúcidas y categóricas voces se levantan para oponerse a cualquier forma de diálogo con el comunismo cubano; e incontables desterrados, aún enfrentando dificultades, incomprensiones y calumnias, continúan demostrando una importante capacidad de mobilización y aptitud para alcanzar repercusión internacional en sus acciones, como fue el caso de las protestas en Baltimore, a propósito del reciente juego de los Orioles con la selección cubana.

Sin embargo, es preciso constatar que, ayer, como hoy -lamentablemente en mayor número hoy, que ayer- no pocos católicos y anticomunistas han sucumbido ante el artificio de la mano extendida comunista, dejándose envolver por ese acercamiento. El problema de la llamada mentalidad "dialoguera", en el exilio cubano, no deja de estar relacionado con este fenómeno.

Por ello, se requiere una constante acción persuasiva ante la opinión pública, aprovechando especialmente aquellas ocasiones en que la máscara sonriente del adversario se desajusta y hasta cae, aunque sea por instantes, dejando ver por detrás su verdadera faz amenazadora. La violenta agresión física de un árbitro cubano contra un exiliado, durante el partido de béisbol en Baltimore -presenciada en vivo por millones de personas en las Américas y Europa- es un típico ejemplo de la máscara que cae, sin duda al margen del libreto, dejando claro cuáles continúan siendo las intenciones comunistas por detrás de las apariencias. Ese árbitro, aclamado por el "Granma" como un héroe, en la realidad comprometió substancialmente -de manera providencial- buena parte de los beneficios publicitarios que el castrismo consiguió obtener con el juego de Baltimore en particular, y con la "diplomacia del béisbol" en general.

Es preciso continuar mostrando ante la opinión pública cuánto la "política de la mano extendida", y sus numerosas adaptaciones posteriores, en lugar de ser un desarme ideológico paralelo de ambos lados, significa en la realidad un desmantelamiento unilateral del anticomunismo y la disolución de las naturales barreras de horror moral e ideológico que las personas tienen en relación al comunismo.

Nos hemos referido aquí a las consecuencias de la "política de la mano extendida" y sus sucedáneos en el plano temporal. Sin duda, mucho habría para decir sobre las consecuencias de ella en el plano religioso, en que tantos episcopados dejaron de condenar de un modo claro e indiscutible las doctrinas marxistas, pasando a silenciar la enseñanza pontificia tradicional a ese respecto, que considera al comunismo como un "satánico azote", "intrínsecamente perverso", y sostiene que "no se puede admitir que colaboren con él, en terreno alguno, los que quieran salvar de la ruina la civilización cristiana" (Pio XI, "Divini Redemptoris").

Una cuestión final: después de la "diplomacia del béisbol" y los Orioles, ¿qué nuevos desdoblamientos y qué nuevos rótulos aparecerán? Venga lo que venga, no constituirá una sorpresa ni tomará desprevenidos a aquellos espíritus vigilantes que conocen las tácticas del adversario y están dispuestos a jamás capitular ante ellas.

 

Gonzalo Guimaraens es analista político, experto en asuntos cubanos mailto:cubdest@cubdest.org

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