Editorial (Jul. 20, 1999)
Destierro cubano:
desafíos, estrategia y supervivencia
El destierro cubano está reaccionando con patriotismo, dignidad y vigor contra recientes iniciativas que favorecen a la dictadura castrista, provenientes de altos medios políticos y empresariales norteamericanos, entre las cuales, el aflojamiento de restricciones en los intercambios con La Habana y el viaje a Cuba del presidente de la Cámara de Comercio de EE.UU.
Sin embargo, si deben alegrarnos esas saludables reacciones del destierro, no podemos caer en falsos optimismos. Precisamos tener claro lo arduo de esta batalla en la que estamos inmersos, y la necesidad de redoblar los esfuerzos en las semanas y meses que se aproximan. En efecto, las mencionadas iniciativas pro-castristas, por las altas esferas desde las cuales emanan, revelan una increíble determinación para beneficiar -aún al precio de un elevado costo político- al dictador Castro y a su nefasto régimen comunista. Por si alguna duda quedase, un alto funcionario de la administración Clinton, citado por el New York Times, llegó a afirmar que la política norteamericana hacia Cuba comunista "ha sido, por demasiado tiempo, rehén de grupos de intereses" ligados al destierro cubano. Y que existiría en el gobierno una "decisión conciente de hacer lo que debe ser hecho" para rectificar esos rumbos. La alusión no podía ser más directa y más reveladora de lo que se piensa en dichas esferas de Washington en relación al exilio.
Si las cosas se plantean de esa manera, entonces, precisamos actuar para que el costo político que deberán pagar quienes intentan favorecer al régimen de La Habana sea el más alto y el más dolorido posible. En ese sentido, es interesante notar que el mismo artículo del New York Times reconoce que el vicepresidente Gore, quien aspira llegar a la presidencia en las próximas elecciones, está "altamente conciente de la considerable influencia que los electores cubano-americanos pueden tener en dos Estados clave, Florida y New Jersey".
En tal perspectiva, el destierro cubano debe partir, decididamente, para una acción publicitaria de envergadura delante de la opinión pública norteamericana, no sólo en ambos Estados sino en el resto del país. Las entrevistas, cabildeos y contactos de alto nivel con autoridades del gobierno americano y miembros del Congreso sin duda son importantes. Pero los frutos de esos contactos se verán multiplicados si paralelamente dichas autoridades perciben cuánto el público norteamericano está informado sobre el drama cubano, siente aversión por la dictadura castrista y rechaza la actitud de quienes desde los Estados Unidos colaboran con ella.
No debemos dejar pasar la oportunidad de este período electoral en que están entrando los Estados Unidos para colocar en el mayor destaque posible la agenda cubana. Temas estrechamente relacionados con el cubano, como los de China comunista y de Colombia, nación hermana amenazada por guerrillas pro-castristas, pueden también ser presentados de manera conjunta, siendo de mucha utilidad para abrir los ojos del público norteamericano.
Son estos los desafíos, las cuestiones estratégicas e inclusive las razones de supervivencia que deben movilizar, con el máximo de energías, al destierro cubano.
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