Diario Las Américas, Miami, 31 de enero de 1999, Fiesta de San Juan Bosco
Excelencias, ¡quiebren
el embargo interno
contra el pueblo cubano!
Por Armando F. Valladares
Tel.: (1-703) 569-1923
A través de las generosas páginas del "Diario Las Américas" pongo en conocimiento de mis compatriotas, y de todos los amantes de la libertad de Cuba, la misiva que he enviado al Señor Presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y Arzobispo de Tegucigalpa, Honduras, Monseñor Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, S.D.B.
Excelentísimo Señor Arzobispo:
A pocos días de la realización, en la isla cárcel de Cuba, de la 27a. Reunión Interamericana de Obispos -en la cual participarán directivos del CELAM junto con representantes de las Conferencias Episcopales católicas de los Estados Unidos y Canadá- me dirijo a V.E. y, por vuestro alto intermedio, a los demás Sres. Cardenales, Arzobispos y Obispos que participarán de tan importante evento, entre el 14 y el 16 de febrero de 1999.
Lo hago en cuanto ex preso político cubano, que pasó veintidos años en las mazmorras castristas; en cuanto desterrado de mi Patria, que desde hace cuatro décadas se encuentra esclavizada por un régimen "intrínsecamente perverso"; pero, sobre todo, en cuanto hijo de la Santa Iglesia católica.
1. Según adelantó V.E., la reunión de La Habana será una ocasión para recordar el primer aniversario de la visita del Santo Padre a Cuba; pero, añadió V.E., "sobre todo querríamos dar nuestra contribución a que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba", de acuerdo con la consagrada fórmula papal ("30 Giorni", Nos. 6/7, 1998).
2. Pocos propósitos, Sr. Arzobispo, podrían ser más loables que el deseo de contribuir a que nuestra querida Cuba pueda abrirse al mundo, o sea, que esté en condiciones de acceder, lo antes posible, a la tan anhelada libertad. Contribución tanto más urgente y necesaria cuanto que, a un año del viaje del augusto visitante, Cuba continúa sitiada y asfixiada por el terrible embargo interno impuesto por el comunismo a sangre y fuego, a través de la represión policial e ideológica y de una Constitución que en su ignominioso art. 62 sólo concede remedos de "libertad", inclusive religiosa, a quienes acepten un "modus vivendi" -más precisamente, un "modus moriendi"- con el comunismo. "No veo ningún deseo, ninguna señal o ningún gesto político mostrando que las autoridades cubanas estén dispuestas a dar un paso serio para progresar. El hostigamiento contra los disidentes, los activistas de derechos humanos o cualquier persona que trate de ejercitar los derechos más básicos de asociación y expresión, continúa exactamente igual", acaba de afirmar el director ejecutivo de Human Rights Watch en las Américas, José Miguel Vivanco.
3. Pocos propósitos, Sr. Arzobispo, podrían ser más loables que el deseo de contribuir a que el mundo se abra a nuestra querida Cuba, o sea, a que las naciones libres y sus dirigentes extiendan sus manos al abandonado pueblo cubano. Contribución tanto más urgente y necesaria cuanto que, a un año del viaje del augusto visitante, hemos presenciado una vergonzosa tergiversación de las palabras del Santo Padre, a partir de la cual personalidades políticas, financieras y, ¡oh dolor, hasta eclesiásticas!, han partido en peregrinación a La Habana para allí abrir sus brazos al tirano, cerrándoselos de esa manera al esclavizado pueblo cubano. A tal punto que, con palabras que caen como vergonzoso e indeleble estigma sobre quienes se han prestado a ese juego, el dictador pudo jactarse: "Hoy tenemos más relaciones y apoyo internacional que nunca, más amigos que nunca, y hasta dentro del propio Estados Unidos" (Granma Diario, Internet, La Habana, 25 Nov. 1998).
4. Sr. Arzobispo, en julio de 1996, en trascendente mensaje de la Fraternidad del Clero y Religiosos de Cuba en la Diáspora, luego de describir con trazos certeros la persecución comuno-castrista a la Iglesia desde los primeros años de la revolución, y los "mecanismos del miedo y el chantaje" contra el rebaño indefenso, se constataba con sumo pesar que en Cuba "así como en el orden interno la Iglesia estaba sola, también en el orden externo" lo estaba. Añade amargamente el referido documento: "Eran los tiempos en que Fidel Castro era mirado en Europa y la América Latina como el gran liberador". Y, por ello, "casi ninguna voz se levantó en solidaridad" con los católicos de la isla. Soledad y abandono al cual contribuyeron también, entre otras razones enumeradas por el documento, "las visitas de algunos religiosos, sobre todo latinoamericanos", que "veían al socialismo cubano como genuina alternativa" y que llegaban a vislumbrar en el nefasto régimen nada menos que el "Reino de Dios encarnado"...
Sí, mientras en La Cabaña con mis compañeros de prisión oíamos a diario los heroicos gritos de "¡Viva Cristo Rey! ¡Abajo el comunismo!", proclamados por jóvenes católicos poco antes de morir en el "paredón" como auténticos mártires; mientras Obispos y sacerdotes eran aislados y expulsados; mientras el régimen comunista comenzaba a aplicar a los fieles la siniestra estrategia de "crear apóstatas y no mártires", confesada por el propio dictador Castro en arenga en la Universidad de La Habana; mientras ciertos eclesiásticos de la isla visitaban al "presidio político" no para susurrar palabras de esperanza y coraje, sino de entrega y capitulación; mientras, en fin, el rebaño era diezmado, en el continente americano -y no sólo en Cuba- Pastores de los que se tenía el derecho de esperar que hablasen y denunciasen ese genocidio espiritual y físico, o hacían silencio o tejían increíbles loas al supuesto "paraíso" cubano.
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Es de mencionar, como un ejemplo más reciente, la sorprendente afirmación del Sr. Cardenal Bernard Law, Arzobispo de Boston -formulada en La Habana en diciembre pp. ante funcionarios del Partido Comunista, diplomáticos, religiosos y religiosas- de que Cuba comunista "puede tener un papel relevante" en la creación de un "orden económico" de "solidaridad humana", el cual podría servir nada menos que "como un ejemplo positivo para todo el mundo" (cfr. ACI Digital, Agencia Católica de Informaciones para América Latina, La Habana, 12 Dic. 1998). ¡Como si un un cruel sistema comunista, eficaz únicamente para producir miseria y opresión, que niega la propiedad privada y la libre iniciativa, y que en su Ley de Inversión Extranjera consagra el trabajo semi esclavo, tuviese para aportar algún "ejemplo positivo" de "solidaridad humana"! En marzo de 1998, en declaraciones que causaron conmoción en los católicos cubanos de la isla y el destierro, el mismo Sr. Cardenal Law había aseverado, contra todas las evidencias históricas, que el sanguinario dictador ha sido "un promotor, no un obstáculo" de la libertad religiosa en la isla.
Es de constatar, por fin, el silencio prácticamente generalizado de Episcopados de países del continente que fueron asolados por las guerrillas -y, que nos conste, el silencio del propio CELAM, Sr. Arzobispo- cuando en julio de 1998 Castro reconoció cínicamente, sin la menor señal de arrepentimiento, haber promovido la subversión en América del Sur, América Central y el Caribe, después de haberlo negado durante décadas. ¿No era esa, por ventura, una inmejorable ocasión pastoral para reavivar en el rebaño la "memoria histórica" de los crímenes castro-comunistas, alertar a las nuevas generaciones sobre el daño causado en el continente por el "comunismo satánico" -según expresión del Beato Cardenal Stepinac- y hacer un llamado a los respectivos gobiernos para que abriesen sus brazos al pueblo cubano, y no a su tirano?
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8. Señor Arzobispo, una categórica palabra de condena al implacable embargo interno contra el pueblo cubano -por parte de los ilustres participantes de la 27a. Reunión Interamericana de Obispos- sería una forma de reparar el grave daño espiritual y moral al pueblo cubano -por palabras, acciones u omisiones- de tantos eclesiásticos de la isla y las Américas; pero sobre todo podrá ser sin duda un paso decisivo para la liberación de nuestro pueblo. También, cuánto cubriría de honra y gloria a Vuestras Excelencias si, en la Reunión de La Habana, decidiesen aunar esfuerzos para solicitar el inicio del tan anhelado -y tan pospuesto- proceso de beatificación de aquellos mártires católicos cubanos que murieron gritando "¡Viva Cristo Rey! ¡Abajo el comunismo!"
En sentido diferente, la prolongación del silencio sobre el embargo interno comunista contra el pueblo cubano, significará la continuación de la agonía de nuestros hermanos de la isla. Es de temer, Señor Arzobispo, que cualquier palabra o gesto de condescendencia de los ilustres participantes de la magna Reunión Interamericana de Obispos en relación al tirano y a su nefasto régimen, contribuya a hacer pasar rumbo al 3er. milenio los virus del comunismo cubano. Virus hoy actuantes en la querida Colombia a través de una cruel guerrilla que juega a la paz para desmovilizar a los ingenuos y más eficazmente desarrollar la guerra revolucionaria. Virus hoy latentes en diversos países de las Américas, a la espera de circunstancias propicias para volver a multiplicarse, como lo acaban de hacer en el Congo -de acuerdo con reciente denuncia ratificada por la agencia vaticana Fides- y en Angola.
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10. De vuestros labios y de vuestra pluma depende que, en las puertas del nuevo milenio, Cuba pase a formar parte de una "América, tierra de Cristo y de María", según expresión de S.S. Juan Pablo II durante su reciente visita a México; o continúe siendo la tierra de Marx, de Lenin y de "teólogos de la liberación" que, en la isla cárcel, se metamorfosean en "teólogos de la colaboración".
11. Excelentísimo Señor Arzobispo, la Iglesia nunca fue, la Iglesia no es, la Iglesia jamás será una cárcel para las conciencias de sus hijos. Por ello, tengo la certeza de que Vuestra Excelencia sabrá comprender este respetuoso clamor de un fiel católico cubano que, en las mazmorras castristas, imploró a la Virgen de la Caridad del Cobre la gracia de rechazar -aún al precio de la propia vida- hasta la más mínima forma de aceptación de la nefasta revolución cubana y el más mínimo acercamiento con el régimen, basado en la enseñanza tradicional de la Iglesia que condena al comunismo como "intrínsecamente perverso" y considera "inadmisible la colaboración con él en cualquier terreno" (Pio XI, Divini Redemptoris).
Que la Patrona de Cuba, con el auxilio de S. Antonio María Claret, Arzobispo de Santiago de Cuba, ilumine a Vuestras Excelencias durante las trascendentales deliberaciones de La Habana.
Armando F. Valladares, poeta y ex-preso político cubano, fue embajador de los Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU en las administraciones de los presidentes Ronald Reagan y George Bush.
Nota del CubDest:
Presidente del CELAM, Excelentísimo Monseñor Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, S.D.B., Arzobispo de Tegucigalpa, Honduras; Primer Vicepresidente del CELAM, Dom Luciano Pedro Mendes de Almeida, S.J., Arzobispo de Mariana, Brasil; Segundo Vicepresidente del CELAM, Excelentísimo Señor Cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, Arzobispo de San Cristóbal de la Habana, Cuba; Secretario General del CELAM, Excelentísimo Monseñor Jorge Enrique Jiménez Carvajal, C.J.M., Obispo de Zipaquirá, Colombia; Secretario Adjunto del CELAM, Ilmo. Monseñor Cristián Precht Bañados; Press Release; Pontificio Consejo para América Latina, Ciudad del Vaticano
Sí, junto con mi familia adhiero de corazón a la carta del ex preso político Armando Valladares dirigida al Sr. Presidente del CELAM, bajo el título "Excelencias, ¡quiebren el embargo interno contra el pueblo cubano!", publicada en el Diario Las Américas del domingo 31 de enero de 1999, Fiesta de San Juan Bosco.
Es indispensable incluir Nombre Completo, teléfono, Ciudad, Estado, País
(sería excelente que incluya también Nombre Completo de otros miembros de la familia que deseen adherirse).
mailto:oscar@globalnet.hn,celam@celam.org,cnbb@cnbb.org.br,cocc@brigadoon.com,general@celam.org,adjunto@celam.org,infoweb@earthling.net,pcal@latinamer.va
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