Oct. 28, 1998: Diario Las Américas, Miami, edición digital
Cuba: "espirales de silencio"
Gonzalo Guimaraens
El ejemplo de Cuba comunista sirve para ilustrar, como pocos, un mecanismo publicitario que en las modernas teorías de la comunicación se denomina "espiral de silencio". Dicho término, acuñado por la investigadora alemana Elisabeth Noelle-Neumann, se refiere al poder de grandes "mass media" para cohibir, neutralizar y hasta modificar ciertas reacciones de la opinión pública mediante el silenciamiento -o el calculado relegamiento a un segundo plano- de temas importantes de la agenda informativa.
Básicamente, la "espiral de silencio" funcionaría de la siguiente manera. Un individuo tiene fundadas razones para considerar relevante determinado acontecimiento. Pero, al constatar que prestigiados medios de comunicación no lo reconocen como tal, su instinto de sociabilidad -con el consecuente temor al aislamiento- lo inclinará a adaptar y hasta modificar su pensamiento de acuerdo con las pautas interpretativas de dichos "mass media". El concepto de "espiral" indica el carácter progresivo tanto del silencio artificialmente impuesto en torno de ciertos temas cuanto de la presión ejercida sobre aquellos que se nieguen a modificar sus criterios y se atrevan a continuar discrepando. Estos últimos podrán ir quedando cada vez más aislados y el costo de la discrepancia -por ejemplo, en materia de pérdida de prestigio social- será cada vez mayor.
Como el lector habrá podido observar, para más eficazmente subvalorizar ciertos temas, esos "mass media" suelen supervalorizar otros de signo contrario. Así, amplifican publicitariamente la acogida de ruidosas minorías izquierdistas al dictador Castro en sus giras internacionales, mientras desestiman el mayoritario rechazo de la opinión pública al comunismo cubano (por ejemplo, aparentando ignorar la reciente y gigantesca manifestación anticastrista de 100 mil exiliados en Miami). Realzan las voces que condenan el embargo norteamericano mientras silencian las que denuncian el verdadero y terrible embargo, el interno, ejercido por el régimen comunista. Llegan a exagerar, si fuera preciso, el efecto de fenómenos climáticos adversos en la isla para justificar el desastre de la agricultura cubana y maquillar, cuanto posible, el fracaso intrínseco de un sistema de producción colectivista que niega la propiedad privada.
En resumen, aplican "espirales de silencio" sobre los temas más perjudiciales al régimen cubano al tiempo que abren sus páginas, sus micrófonos y sus pantallas al dictador, cerrándoselas al pueblo cubano.
Cada exiliado cubano, cada anticomunista amante de la libertad de Cuba -cualquiera sea su nacionalidad- ha sentido en carne propia ese fenómeno que tiene como efecto desalentarlo, neutralizar su justificada indignación y reducirlo al silencio.
Sin embargo, las "espirales de silencio" están lejos de ser recursos todopoderosos e incoercibles. Es de suma importancia dejar esto suficientemente claro. Según los especialistas en comunicación, las "espirales" pueden ser desarticuladas si se consigue dejar en evidencia púbicamente, de manera clara, la parcialidad de esa visión hegemónica que grandes mass media pretenden imponer en torno de determinados asuntos. Para tal, añadimos nosotros, no es indispensable contar con grandes recursos. Bastan inclusive medios publicitarios pequeños, usados en el momento, en los lugares y en las dosis oportunas.
Otro requisito fundamental para neutralizar las "espirales de silencio", señalado por estudiosos del tema, es que las voces discrepantes no se dejen dominar por el miedo al aislamiento o al ridículo, o por el desánimo. Esto tiene particular importancia en vista de la escalada de respaldos al dictador Castro, por parte de dirigentes occidentales, que comenzó inmediatamente después del viaje de S.S. Juan Pablo II a Cuba y que, con altibajos, continúa hasta hoy. Dichos apoyos, trompeteados por ciertos medios de comunicación, provocaron desazón en muchos anticastristas, llevándolos a preguntarse sobre la propia utilidad de continuar los esfuerzos de denuncia por ellos realizados durante años.
En realidad, tal como queda claro, el camino correcto no es dejar caer la pluma o acallar la voz, entregándose a la inercia. Por el contrario, es preciso redoblar la denuncia objetiva, a nivel internacional, de la grave situación de injusticia del pueblo cubano asfixiado por el comunismo y de la forma distorsionada con que ciertos dirigentes occidentales están interpretando el llamado papal para que el mundo se abra al pueblo cubano: en realidad, abren sus brazos al dictador y se los cierran a los habitantes de la isla-cárcel.
Las "espirales de silencio" suelen también escamotear noticias que deben ser para nosotros motivo de aliento. Por ejemplo, durante un reciente seminario de economistas latinoamericanos, reunidos en La Habana, el dictador Castro reconoció su fracaso en extender a otros países del continente la revolución comunista, a pesar de haberlo intentado por todos los medios a su alcance. Y pese a existir, según él, "condiciones objetivas, muchas veces superiores a las de Cuba, para hacer una revolución". Los reveses castristas en Chile, Bolivia, Nicaragua, Brasil, Uruguay, Perú y otros países del continente - que se debieron, en buena medida, al rechazo del comunismo por parte de las camadas más humildes de la población - son constataciones especialmente incómodas para las izquierdas. Y, por ello, son también especialmente silenciadas. Baste pensar cuál hubiera sido el destino de América Latina si, por ejemplo, Brasil se hubiese transformado en una gigantesca Cuba.
Sepamos neutralizar las "espirales" de silencio suscitando con perseverancia "espirales" de indignación, de denuncia, de certeza inquebrantable en la victoria de la civilización cristiana.
El autor de este artículo es analista político uruguayo, especialista en asuntos cubanos
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