Diario Las Américas (ed. electrónica), 27 de Noviembre, 1998
El gobierno cubano
y sus planes contra el exilio
Angel Cuadra
El plan de penetración y predominio sobre el exilio cubano en el sector intelectual, puesto en marcha por el gobierno de Castro, avanza a grandes pasos, y cada vez abarca más zonas, sitúa más peones en el trablero del juego, capta nuevos nombres, pone a su servicio más agentes, con el objetivo de lograr una correlación de fuerzas en el exilio, que servirá a los planes mayores de la política exterior de dicho gobierno.
Es así que han ido situándose en el exterior escritores, analistas, artistas, intelectuales de varias ramas culturales, dirigidos a constituirse en una emigración favorable al gobierno de Castro.
España, Venezuela, México han sido, entre otros países, primeros peldaños de esta escalada que, lógicamente, tiene como final objetivo la plaza de Estados Unidos, el bastión más fuerte del exilio cubano.
En México, por ejemplo, el novelista cubano Lisandro Otero, ha engatuzado a algunos intelectuales mexicanos que le han servido de puente, y ha llegado a ser director de una sección del Excelsior, el periódico más importante de ese país. Desde las leídas páginas de dicho diario, Otero ha manifestado que no existe tal exilio político cubano; sólo unos pocos batistianos y gente rica de la burguesía cubana perjudicada en sus intereses económicos por la revolución, que se fueron del país en los días iniciales del triunfo revolucionario. Que el resto son emigrados por razones económicas; y que la verdadera emigración cubana la constituye un gran número de escritores, técnicos, analistas, intelectuales, artistas, que "no han roto con la revolución ", frase que es muy importante tener en cuenta.
En Venezuela se ubicó Daniuska González, otro ejemplo. Colaboradora que fue en Cuba de los periódicos Granma, Tribuna de La Habana, Girón y Revolución y Cultura; ahora, en Venezuela, ha publicado en los periódicos El Nacional, El Universal, El Mundo y El Diario de Caracas. y es asesora de la Colección Ateneo, en el pueblo de Los Teques. Y en esa misma colección publicó una antología de Poetas Cubanos Actuales.
Este hecho editorial en sí, sería sólo una labor de recopilación literaria admisible. Pero casi todos éstos que integran el llamado "exilio rojo", cumplen un encargo, sirven a la propaganda en favor del gobierno cubano y su política, cultural de exportación. Así la joven Daniuska dice en su autoprólogo: "La situación de que tantos poetas hagan posible una labor, está determinada por el empeño que desde su nacimiento puso la Revolución en el plano intelectual". Y en la página inicial, en la relación de "agradecimiento", aparece: "A Abel Prieto, presidente de la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba), por su confianza en este proyecto". Esta señora o señorita pertenece a la tropa de los que "no han roto" con el gobierno de Castro; al contrario, le prestan un servicio desde el exterior, como agentes valiosos de aquél.
Casos no tan notorios y definidos lo constituyen intelectuales que por diferentes vías y pretextos han salido del país y se han quedado en el exterior, o que, habiéndose marchado por ciertas inconformidades, se han ubicado en el exilio, pero "no han roto" con el gobierno cubano. Mantienen relaciones con sus amigos en Cuba, con los que antes compartían cargos burocráticos en los organismos culturales y administrativos del Estado. Y hoy, en el exterior, están ubicados en centros docentes, órganos de prensa, entidades artísticas, etc.. Para lo que, parece, su reciente vinculación en los organismos culturales y políticos del régimen cubano, constituye un excelente "curriculum vitae" para lograr ubicación en el exilio.
En su nueva táctica política cultural, para granjearse una conveniente opinión internacional en cuanto a los intelectuales salidos de Cuba, el gobierno de Castro, está jugando con astucia. Si antes los excluía de la cultura nacional, ahora está hablando de integración con los escritores emigrados; pero bien claro que sólo con los que "no han roto" con la revolución.
Fue así que en un reciente congreso de la UNEAC, nada menos que Roberto Fernández Retamar, uno de los jerarcas de la cultura en el país, entre otras consideraciones, reconoció (¿quién es él para eso?) a la literatura y el arte hechos en el destierro como literatura nacional o cubana; y propugnó relaciones con aquellos cubanos en el exterior, pero que "no hayan roto con la Patria", entiéndase la revolución, entiéndase el gobierno de Castro.
He aquí el sello que distingue e identifica los componentes del aludido plan: el no haber roto con el gobierno, o sea, no enfrentarse a éste y, al cabo, servirle. No hay que ser muy entendido en la cuestión cubana, para darse cuenta que tras la aparente apertura cultural que proclaman los dirigentes del gobierno, persiste la misma política que el "Comandante en Jefe" trazó en 1961, bajo el slogan "dentro de la revolución todo; fuera de la revolución, nada".
En su campaña contra el exilio cubano los voceros del gobierno y sus agentes en el mundo atacan al exilio --en especial el de Estados Unidos y más aún Miami-- con los calificativos de intolerante, extrema derecha y otros estereotipos, no obstante que la intolerancia feroz, desde el principio, la ha planteado la tiranía gobernante en Cuba.
Al exilio se va porque se está en desacuerdo frontal con un gobierno y un estado social, bajo los cuales la persona en cuestión corre peligro de persecución o acoso. Por la antipatía y el rechazo a un gobierno de turno, se es exiliado; no por la condescendencia y la vinculación con aquel gobierno.
El exilio cubano anticastrista es más que generoso en su acogida al compatriota que viene de la Isla en busca de libertad, para comenzar un nuevo camino en la vida, que en Cuba se le cerraba. Pero no puede aceptar en calma al que viene, no a incorporarse al exilio, sino a servir aquí a los planes, las consignas y los intereses del gobierno de Castro mediante cualesquiera de las formas de vinculación con aquél.
Luego, por la parte nuestra, tenemos que atender a la actitud bien definida de los que si han roto con el régimen castrista y los que no han roto con él. No importa tanto si llegan al exilio más tarde o más temprano, dicha actitud determina si se está incorporado al exilio o no; al exilio original y genuino, o al "exilio rojo" que, de una u otra forma, sirve a los planes del gobierno de La Habana para la penetración y predominio sobre el exilio cubano, también en el sector intelectual, lo que abundaremos en el próximo artículo.
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