Destaque Internacional. Sábado 14 de mayo de 2016. Difusión autorizada, sin necesidad de citar la fuente.
BRASIL, HISPANOAMÉRICA Y EL LIBRO NEGRO DEL POPULISMO
1. En Brasil, una amplia mayoría de senadores acaba de aprobar el comienzo del “impeachment” contra la presidente Dilma Rousseff, habiéndola apartado del cargo por un período de hasta seis meses, mientras duren las investigaciones. Ese hecho, con su alto contenido simbólico, fue interpretado por muchos, a justo título, como uno de los mayores golpes políticos recibidos por el populismo izquierdista brasileño en particular, y latinoamericano en general.
2. En efecto, se trata de una interrupción de la hegemonía política del Partido de los Trabajadores (PT) que ya duraba 13 interminables años, y que llegó a abarcar dos períodos presidenciales de Lula y un período y medio de la presidente Dilma.
3. En una exteriorización del optimismo que, naturalmente, se explica que contagie a no pocos brasileños, el conocido periodista Reinaldo Azevedo escribió al día siguiente de la suspensión de Dilma de sus funciones de presidente: “El Partido de los Trabajadores está fuera del poder. Y, créanlo, es para siempre” (Folha de S. Paulo, 13 de mayo de 2016).
4. En realidad, en este momento de debacle populista, sin lugar a dudas se justifican las sanas alegrías, pero tal vez se requiera al mismo tiempo mucha cautela en la hora de considerar si los populismos brasileño e hispanoamericano habrán entrado irreversiblemente en un estado terminal. En este momento, en la hora del análisis político, junto con la mansedumbre de la paloma se requiere la astucia de la serpiente.
5. Veamos un ejemplo que parece ilustrativo sobre la necesidad de continuar con un redoblado espíritu de vigilancia frente al populismo y a su potencial capacidad de erguirse nuevamente. En Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Venezuela y otros países gobernados en los últimos años por partidos políticos izquierdistas, ha quedado probado que todos esos partidos, incluyendo algunos de sus más importantes líderes, se contaminaron y ensuciaron con la corrupción, a pesar de que siempre se presentaron como los únicos incorruptibles.
6. No obstante, sucede que la corrupción izquierdista, si bien es un elemento sumamente grave, no es el peor daño causado por las izquierdas. En efecto, el peor destrozo provocado por las izquierdas latinoamericanas, especialmente por las que llegaron al poder en los últimos años, ha sido la erosión cultural, psicológica y social en la población, incluyendo a sectores del centro y hasta de la derecha. Se trata de una erosión sistemática, con estilos y métodos gramscianos más maquiavélicamente eficaces que los de las izquierdas clásicas. Su objetivo principal: drenar y secar gradual e inadvertidamente en la sociedad los principios básicos de la civilización cristiana, todo ello en un clima anestésico, para evitar reacciones incómodas.
7. Sobre la corrupción izquierdista, muchos hablan. Sobre la revolución anticultural izquierdista en nivel brasileño y latinoamericano, mucho más profunda y destructora que la corrupción económica, casi nadie habla. Por ejemplo, habría mucho que comentar sobre el predominio hegemónico de la mentalidad marxista em los medios educativos y culturales, que hace con que la enseñanza en todos los niveles, las artes y la cultura continúen en manos de profesores e intelectuales claramente de izquierda. La gigantesca propaganda directa e indirecta a favor de la nefasta revolución comunista de Cuba constituye todo un capítulo especial.
8. De esa manera, la gran arma anticultural y hegemónica de las izquierdas, que merecería un detallado Libro Negro que la denunciara, permanece protegida y casi intocada, lista para preparar el caldo de cultivo de un eventual resurgimiento populista en el continente, con eventuales adaptaciones cosméticas.
9. En Brasil, por ejemplo, el gobierno está emitiendo señales diferentes y hasta contradictorias. Al tiempo que una nota del Ministerio de Relaciones Exteriores critica duramente la intromisión de los gobiernos bolivarianos en los asuntos internos de Brasil, fueron nombrados para el gabinete varios ex ministros de Lula y Dilma, y el nuevo ministro de Defensa pertenece a un partido de izquierda, inclusive con antecedentes comunistas. En ese contexto, un clima de distensión va tomando cuenta de Brasil, y la indignación contra Dilma y Lula parece amortiguarse y diluirse. Estas líneas pretenden constituir un llamado a la vigilancia y también a un debate sobre tan relevantes temas para el futuro de la gran nación brasileña, con su enorme influencia política, y de toda América latina.