Cuba: Francisco abraza a los Lobos

y apuntala el “muro” comunista

 

Armando F. Valladares, Miami, 03 de octubre de 2015.

E-mail: armandovalladares2012@gmail.com (este artículo puede difundirse libremente).  

 

El 30 de septiembre pp., durante una catequesis en la Plaza de San Pedro, el pontífice Francisco hizo un balance de su viaje a Cuba afirmando que pudo “abrazar a todo el pueblo” cubano, “en la patria y fuera de ella”, con base en una alegada “unidad” que estaría más allá de “toda división” (cf. Radio Vaticano en italiano y en español, 30 de septiembre de 2015).

 

Considerando lo que en realidad ocurrió, esas palabras del pontífice sobre el “abrazo” que habría dado a “todo” el pueblo cubano causaron perplejidad y  dolor en innumerables cubanos, de la isla y del destierro.

 

En efecto, los hechos mostraron que el “abrazo” del Pastor de los Pastores fue casi enteramente para los Lobos cubanos y, en particular para el Lobo de los Lobos, Fidel Castro, a cuya madriguera Francisco acudió casi en peregrinación. Las fotos y los videos mostraron que la actitud de Francisco fue la de quien estaba visitando a un venerable profeta y no a un sanguinario dictador. Un agravante de la visita de Francisco a Castro es que el propio Pastor de los Pastores pidió ese horroroso encuentro con el Lobo de los Lobos. Ya en 1960, en el comienzo de la revolución, Fidel Castro reveló en la Universidad de La Habana su plan para transformar a los católicos en “apóstatas” y no en “mártires”. Y dedicó su vida a destruir sistemáticamente a Cuba del punto de vista social, político, moral y religioso.

 

Del alegado “abrazo” de Francisco a “todo” el pueblo cubano, nada sobró para los presos, de cuya visita en otros países el pontífice ha hecho casi un ritual. En Cuba comunista, no hubo ningún contacto con presos comunes, para no hablar de los presos políticos que fueron totalmente ignorados durante la estadía de Francisco, tal vez para no contrariar a los Lobos.

 

De ese “abrazo” de Francisco tampoco sobró casi nada para el pueblo cubano de la isla y del destierro. Los cubanos que asistieron a sus misas y se hicieron presentes en las calles por las que pasó el pontífice, estuvieron totalmente controlados por miembros del Partido Comunista de Cuba (PCC), de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) y de la policía política. Esos elementos del régimen se mezclaron entre los asistentes a las Misas y entre los que aguardaron en las calles a la comitiva papal, de manera que todo estuvo controlado minuciosamente. Fue una repetición de la tristemente célebre “coreografía” que el régimen va perfeccionando maquiavélicamente para engañar a las autoridades extranjeras que visitan Cuba, y que están dispuestas a dejarse engañar.

 

Del “abrazo” de Francisco quedó afuera San Antonio María Claret, arzobispo de Santiago de Cuba, quien profetizó que el “comunismo”, junto con diversos “archidemonios”, constituirían flagelos de los “habitantes de la tierra” ("San Antonio María Claret - Escritos Autobiográficos", BAC, Madrid, 2a. ed., 1981, página 352); y que advirtió a aquellos Pastores que hagan silencio cuando estén llamados a hablar: "La predicación ha sido siempre considerada como la principal obligación de los obispos... ¡Ay de los obispos que descuidaran esta esencial obligación, que serán tratados como perros mudos que no han sabido ladrar! ¡Ay de ellos!" (ídem, página 293).

 

Del “abrazo” de Francisco a “todos” los cubanos, quedaron olvidados entre los olvidados los jóvenes mártires católicos que murieron en el “paredón” proclamando “¡Viva Cristo Rey! ¡Abajo el comunismo!” Proclamas de fe y de coraje que, según narro en mis memorias “Contra toda esperanza”, yo mismo oía todos los días en la siniestra prisión de La Cabaña, hasta que los verdugos, percibiendo que la sangre de mártires es semilla de cristianos, y detectando el bien espiritual  entre los presos políticos que causaban esas proclamas, comenzaron a fusilarlos amordazados.

 

El 14 de octubre de 1999, fue entregada en la secretaria de Estado del Vaticano una filial súplica al papa Juan Pablo II, firmada por las más importantes personalidades del destierro cubano, titulada “¡Santo Padre, rescatad del olvido a los mártires cubanos, víctimas del comunismo!”, en la cual se afirmaba: “¡Cuánto desearíamos que la Iglesia inicie el proceso de canonización de nuestros héroes de la Fe, de manera que podamos tenerlos como oficiales intercesores celestiales en favor de nuestra querida Patria agonizante!”. Sí, “son ellos víctimas del comunismo, proféticamente estigmatizado por vuestro predecesor el papa Pio XI en la Encíclica Divini Redemptoris como un ‘satánico azote’, ‘intrínsecamente perverso’, con el cual ‘no se puede admitir que colaboren, en terreno alguno, los que quieran salvar de la ruina a la civilización cristiana’". Se trata de una histórica súplica, que quedó sin respuesta hasta hoy (cf. http://www.cubdest.org/9908/cjpii.html  y http://www.cubdest.org/9908/cromcpr.html ).

 

Cuba es una isla-prisión implacablemente controlada por el régimen, con Lobos que han reafirmado antes, durante y después de la visita papal su posición revolucionaria. Es lo que hizo con arrogancia Raúl Castro en la propia recepción del pontífice; pocos días después, por ocasión de un nuevo aniversario de los tristemente célebres Comités de Defensa de la Revolución (CDRs); así como en su posterior discurso en la ONU, con un lenguaje típico de la guerra fría.

 

En esa perspectiva implacable, el mencionado llamado de Francisco a la “unidad” y a superar “toda división”, a través de un “abrazo” entre el Rebaño y los Lobos, en realidad sonó como un incentivo a la sumisión.

 

En su balance del viaje a Cuba, Francisco hizo alusión al “puente” Cuba – Estados Unidos que se estaría “reconstruyendo”; reconoció que “somos nosotros quienes construimos muros”; y concluyó afirmando que “los muros caen siempre”. En realidad, el “puente” que se construye desde hace casi un año bajo el auspicio de Francisco está sirviendo no para la libertad del pueblo cubano, sino para transportar ayuda política, financiera y diplomática del gobierno izquierdista de Obama al régimen comunista de La Habana.  Lamentablemente, Francisco ha sido el artífice diplomático de la construcción de ese nefasto puente por el cual pasan pertrechos que sirven no para la libertad de Cuba, sino para reforzar el “muro” de la vergüenza que asfixia a los habitantes de la isla-cárcel.

 

Un valiente informe de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), lanzado casi dos semanas después de la visita del papa Francisco a la isla-cárcel, confirma la gravedad de la situación en Cuba, que acabo de describir. El informe de la SIP denuncia la siniestra continuidad de los métodos represivos y de la falta de libertades, en un período que se inicia precisamente con el acercamiento entre el régimen comunista y el presidente Obama promovido por Francisco, y que llega hasta nuestros días.

 

En su detallado informe, la SIP constata que la prensa sigue amordazada por el Partido Comunista de Cuba (PCC) y cita ejemplos de brutales violaciones de derechos humanos que se produjeron desde el comienzo de ese acercamiento hasta el presente. Al mismo tiempo, se  destaca  la continuidad de la "paramilitarización" de la represión, un maquiavélico sistema “de violencia física y verbal” que reprime, asfixia y tortura “sin dejar huellas” visibles. El informe añade que se trata del mismo “método” represivo que “se manifestó durante la visita del papa Francisco a mediados de este mes”, citando como ejemplo la detención de la opositora Martha Beatriz Roque y la periodista independiente Miriam Leiva, mientras se dirigían a la catedral de La Habana para intentar saludar al papa.

 

El informe concluye textualmente: “El anuncio del restablecimiento de relaciones entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos cumplirá el próximo diciembre su primer aniversario, pero los cubanos siguen aguardando porque esa nueva etapa se refleje en sus vidas a través de mejoras económicas, respeto a los derechos humanos, mayor libertad de expresión, asociación y prensa”.

 

Los hechos narrados en el informe de la SIP constituyen una prueba del desastroso resultado para la causa de la libertad que está significando la construcción del “puente” promovido por Francisco entre los Lobos de Cuba y el presidente Obama, del punto de vista de los derechos humanos y de las libertades.

 

El reciente viaje papal podrá pasar a la historia de Cuba, de las Américas y de la Iglesia como el de un pontífice que abrazó a los Lobos y contribuyó a reforzar el “muro” de opresión en torno de la isla-cárcel de Cuba. En una afirmación concuerdo totalmente con el pontífice Francisco: la de que “los muros caen siempre”. Sí, a pesar de los esfuerzos del pontífice para apuntalarlo, el “muro” de la vergüenza cubano, con la ayuda de Dios y de la Virgen de la Caridad del Cobre, se desplomará como una muralla de Jericó del siglo 21.

 

Armando Valladares, escritor, pintor y poeta, pasó 22 años en las cárceles políticas de Cuba. Es autor del best-seller "Contra toda esperanza", donde narra el horror de las prisiones castristas. Fue embajador de los Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU bajo las administraciones Reagan y Bush. Recibió la Medalla Presidencial del Ciudadano y el Superior Award del Departamento de Estado. Ha escrito numerosos artículos sobre la colaboración eclesiástica con el comunismo cubano y sobre la "ostpolitik" vaticana hacia Cuba, varios de los cuales pueden leerse en el sitio web http://www.cubdest.org ).