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Populismo marxista en América Latina: ¿por qué no las cosas por su nombre?
Adolpho Lindenberg, Presidente del Instituto Plinio Corrêa de Oliveira.
São Paulo, 30 de julio de 2015
En las actuales críticas a los gobiernos “bolivarianos” de América Latina (Venezuela, Argentina, Bolivia, Ecuador y Brasil), la corrupción se resalta como si ella fuese la principal responsable por los desaciertos en las políticas económicas de esos gobiernos.
No obstante, son pocos los que denuncian la esencia del problema, que es el carácter socializante, marxista e izquierdista de esos gobiernos populistas. Centrando las críticas en la corrupción, el problema principal queda relegado a un segundo plano. Muchos son llevados a pensar, entonces, que los políticos populistas latinoamericanos actuarían movidos solamente por corrupción o por intereses demagógicos.
En verdad, se precisa llamar a las cosas por su nombre. O sea, afirmar en fuerte y clara voz que mientras los políticos populistas latinoamericanos (en nuestro Brasil, los dirigentes del gobernante Partido de los Trabajadores) continúen con sus tendencias izquierdistas, con su mentalidad socialista y, en el fondo de sus cabezas, con sus obsoletas ideas marxistas, Brasil y América Latina continuarán descendiendo la peligrosa ladera rumbo a los abismos de Venezuela y Cuba.
Otro denominador común de los actuales gobernantes bolivarianos es la ojeriza, casi patológica, con relación a los norteamericanos. En la actual diplomacia brasileña, esa antipatía tiene como uno de sus principales promotores a Marcos Aurélio Garcia, asesor de la presidente Dilma, un conocido izquierdista de pura cepa, articulador del apoyo político y económico a los regímenes cubano y venezolano. Así como ciertas enfermedades son detectadas mediante algunos síntomas inequívocos, podemos afirmar que la animosidad contra los Estados Unidos, aun con los eventuales descuentos del reciente viaje de la Presidente Dilma a ese país, constituye otra señal indicativa de esa mentalidad populista izquierdizadora.
Afortunadamente, en este momento especialmente grave para Brasil y América Latina, hay muchos que quieren cambiar esos rumbos que nos conducen al abismo político y social. Urge, ante todo, señalar el cierne ideológico marxista todavía dominante en muchas de las figuras principales de nuestra política, así como en las universidades y en los medios de comunicación.