Asistimos a un curioso neoimperialismo estadounidense que en el terreno diplomático beneficia actualmente a las FARC. Sería sumamente importante que los congresistas colombianos que se oponen al enigmático proceso de "paz" de La Habana, pusiesen a disposición de sus pares de los comités de Relaciones Exteriores en las tres Américas informaciones objetivas sobre las verdaderas intenciones de las FARC
Hace pocos días atrás, en el departamento de Córdoba, al norte de Colombia, narcoguerrilleros de las FARC se reían a carcajadas mientras disparaban contra un grupo de policías que fueron emboscados. Siete policías murieron, y los detalles de las siniestras carcajadas fueron narrados por sobrevivientes (El Heraldo, Colombia, 19-09-14).
Esa burla sangrienta, que choca profundamente a las personas de bien, talvez sea un símbolo del sentimiento que anima a las FARC, en momentos en que realizan conversaciones de “paz” con el gobierno colombiano en La Habana, en la propia cueva del lobo, desde hace dos años.
Portavoces de las FARC acaban de declarar que "nunca hemos estado tan lejos de una entrega o rendición como ahora”, y que dialogan con el presidente Santos porque éste no los considera como “terroristas” (El Espectador, 22-09-14). Como si quedara alguna duda sobre sus reales intenciones, añadieron: "Nadie ha planteado en las FARC ni se lo hemos dicho al Gobierno, en ningún momento, que va a haber un solo momento de entrega de armas. Repetimos, nadie va a tener la foto de la entrega de armas de las FARC". Y concluyeron "La entrega de las armas no existe como figura ni está en el lenguaje ni en nuestro diccionario” (Telesur, del 26-08-2014).
La gravedad de ese panorama y las legítimas dudas sobre las negociaciones de “paz” son tales que el presidente Juan Manuel Santos, en su reciente visita a Nueva York, en conferencia pronunciada ante el influyente Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), se vio obligado a declarar que “nosotros no tenemos nada que ver con el castrochavismo, como se ha dicho allá en Colombia” (sitio web de la Presidencia de la República de Colombia, 22-09-14).
Mientras tanto, el todopoderoso Fiscal General de la Nación, Eduardo Montealegre, que se ha dedicado a perseguir judicialmente a opositores de los diálogos de “paz”, acaba de proponer la “introducción de normas en el ordenamiento colombiano que no permitieran la extradición de miembros de la guerrilla" (El Espectador, 23-09-14). O sea, se trataría de obtener una garantía de total protección a los narcoguerrilleros de las FARC.
El Fiscal Montealegre fue más lejos, adentrándose en el plano internacional, recordando que el gobierno de Barack Obama ha hecho varios “guiños” al proceso de paz colombiano, y que “Estados Unidos ha enviado un mensaje claro de apoyo a una solución negociada al conflicto en Colombia” (El Espectador, 23-09-14). En ese sentido, el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, acaba de reiterar al presidente colombiano el "apoyo firme" del gobierno norteamericano al proceso de “paz” con las FARC (El Espectador, 23-09-14).
En el caso de Colombia, asistimos a un curioso neoimperialismo estadounidense que en el terreno diplomático beneficia actualmente a las FARC. Sería sumamente importante que los congresistas colombianos que se oponen a ese enigmático proceso de “paz” de La Habana, pusiesen a disposición de sus pares de los comités de Relaciones Exteriores en las tres Américas informaciones objetivas sobre las verdaderas intenciones de las FARC.
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