1. En la mañana del viernes 11 de enero pp., el presidente Chávez, de Venezuela, cosechaba elogios de griegos y troyanos, dentro y fuera de Colombia, por su alegado papel en la liberación de dos prominentes colombianas en poder de las narcoguerrillas Farc desde hace casi seis años, la ex candidata a vicepresidenta de Colombia Clara Rojas y la ex legisladora de ese país, Consuelo González de Perdomo.

2. No obstante, en la tarde de ese mismo día, en pocos minutos Chávez consiguió hacer desvanecer esas simpatías y despertar la indignación de la mayoría de los colombianos cuando, en discurso ante la Asamblea Nacional de su país, trasmitido por cadena nacional, hizo un llamado a los gobiernos del continente y del mundo entero para que "reconozcan a las Farc y al ELN como fuerzas insurgentes de Colombia, y no como grupos terroristas", y llegó al punto de afirmar que las narcoguerrillas tendrían "un proyecto político, bolivariano, que aquí es respetado".

Ese cambio de denominación está lejos de ser un mero juego de palabras, porque el reconocimiento de las Farc como una fuerza beligerante, dejaría a las guerrillas casi en igualdad de condiciones con el gobierno colombiano, les concedería un enorme prestigio internacional, les daría condiciones para negociar directamente con gobiernos extranjeros y les abriría la posibilidad de la apertura de escritorios de representación en el exterior. De esa manera, se oficializaría la internacionalización del conflicto en Colombia, con consecuencias políticas imprevisibles.

3. Actualmente, no sólo los Estados Unidos, sino también la Unión Europea, mantienen a las Farc dentro de la lista de movimientos terroristas. En ese sentido, causan preocupación declaraciones atribuidas a altos eclesiásticos colombianos, publicadas por el influyente semanario Cambio, de Bogotá, y hasta el momento no desmentidas, de que jerarcas de la Iglesia católica colombiana podrían solicitar la alta intervención de la diplomacia vaticana para que la Unión Europea retire a las Farc de la lista de grupos terroristas: "La Iglesia no les puede ofrecer a las Farc un escenario, como lo han hecho los presidentes Chávez de Venezuela y Sarkozy de Francia", declaró a Cambio uno de los eclesiásticos consultados, quien añadió: "Podríamos, en cambio, aprovechar la influencia del Vaticano en los más importantes países de la Unión Europea para que excluya a las Farc de sus listas negras" (cf. "Iglesia busca la mediación del Vaticano para liberación de secuestrados", Cambio, Bogotá, No. 758, 10 al 16 de enero de 2008).

También causan preocupación las ingenuas declaraciones del portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Tom Casey, dando la "bienvenida" a los supuestos buenos oficios del presidente Chávez en el caso colombiano. Y no deja de causar perplejidad y de suscitar interrogaciones el agradecimiento del presidente Uribe al régimen de La Habana, que "durante los cinco años y medio de este gobierno" habría "hecho todos los esfuerzos por la paz en Colombia".

4. Las presiones internacionales para que el pueblo colombiano y su actual gobierno cedan ante las narcoguerrillas Farc han sido tan intensas, que talvez no tengan precedentes en las presiones internacionales de la historia posmoderna. Por ejemplo, si una centésima parte de esas presiones se hubieran ejercido contra los detentores del poder en la "isla-cárcel" de Cuba, la libertad de la isla ya se habría producido hace mucho tiempo.

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