Destaque Internacional - Informes de Coyuntura - Año IX - No. 202 - San José de Costa Rica - 1o de diciembre de 2006 - Responsable: Javier González.-
Dilema ecuatoriano: Correa entre el "evochavismo" y el "ortegalulismo"
El presidente electo de Ecuador está frente al dilema de optar entre el figurín "evochavista", partidario de un deslizamiento acelerado hacia la izquierda, con mayores riesgos, y el "ortegalulista", con una velocidad más lenta y un avance gradual, menos arriesgado, con predominancia de las estrategias pósgramscianas del Foro Social Mundial
El presidente electo ecuatoriano, Rafael Correa, deberá avanzar pisando sobre huevos para no despertar al electorado centrista, al que consiguió ilusionar con un maquillaje de última hora -siguiendo los figurines del sandinista nicaraguense Daniel Ortega y del brasileño Lula da Silva- una jugada que le permitió alcanzar una cómoda victoria.
Correa es un economista de modales estudiados, formado en Harvard, pero al mismo tiempo es un confesado admirador del presidente venezolano Hugo Chávez y un antiguo militante de la "izquierda católica".
Es la confluencia de esas facetas contradictorias que le permite mostrarse a veces radicalizado y a veces moderado, de acuerdo con las conveniencias.
Después de perder en el primer turno, por causa de su discurso radicalizado en favor del "socialismo del siglo 21" -uno de los eslóganes favoritos de Chávez- Correa se aplicó a sí mismo un maquillaje de última hora, distanciándose de su mentor ideológico y pasando a invocar en sus discursos a Dios y a la religión. Con ello, consiguió remontar el resultado adverso del primer turno y obtuvo un casi "milagro" político que le permitió obtener una victoria holgada sobre su rival.
La identificación con Chávez ya había afectado negativamente a los malogrados candidatos López Obrador, de México, y Ollanta Humala, de Perú. Correa aprendió la lección, optando, como ya se dijo, por seguir las recetas sonrientes y hasta pacifistas del sandinista Daniel Ortega, candidato victorioso en Nicaragua y el neopopulismo de "paz y amor"de Lula da Silva, reelecto en Brasil.
El nuevo presidente ecuatoriano deberá avanzar pisando sobre huevos para, en un primer momento, agradar al centro y tranquilizar a la derecha, al tiempo que les pedirá concesiones alegando que es mejor ir cediendo de a poco antes que los radicales de izquierda les hagan perder todo de una vez.
Bajo cuerdas, Correa podrá abrir el camino a izquierdistas, indigenistas y ecologistas radicales, para que tomen cuenta de espacios de la sociedad civil que quedaron vacíos ante el desprestigio de la clase política, y para que sirvan como grupos de presión facilitando las concesiones del centro.
Ecuador es un país con un historial reciente de inestabilidad y desmembramiento sociopolítico que lo ha llevado a tener siete presidentes en los últimos diez años. Correa está frente al dilema de optar entre el figurín "evochavista", partidario de un deslizamiento acelerado hacia la izquierda, con mayores riesgos, y el "ortegalulista", con una velocidad más lenta y un avance gradual, menos arriesgado, con predominancia de las estrategias pósgramscianas del Foro Social Mundial.
La eventual convocación de una asamblea constituyente, al estilo de Bolivia, podrá ser una primera y decisiva prueba para el nuevo gobernante.