Feb. 15, 2003: agencia CubDest (8o. artículo de la Serie Foro Social Mundial 2003).

Foro Social Mundial, "transversalidad" y caos

Poderosos instrumentos de desconstrucción del pensamiento y de la vida, rumbo a una sociedad comuno-anárquica diametralmente contraria a los 10 Mandamientos de la Ley de Dios

La feminista ecuatoriana Irene León, de la Agencia Latinoamericana de Información (ALAI), proclamó que el Foro Social Mundial, adoptando la llamada "transversalidad" de "género y diversidad" como instrumento de análisis y de acción, partía para una inédita "revolución" en las mentalidades y una consecuente "refundamentación" de todas las perspectivas sociopolíticas, culturales y económicas.

Se trata, sin duda, de uno los más poderosos instrumentos de desconstrucción del pensamiento y de la vida, rumbo a una sociedad comuno-anárquica diametralmente contraria a los 10 Mandamientos de la Ley de Dios. La transversalidad de "género" es una expresión acuñada por las feministas del siglo XX que, en el orden concreto de los hechos, más allá de una terminología de difícil comprensión, es la transposición de la lucha de clases al campo de las relaciones entre el hombre y la mujer. Entre otros objetivos, se intenta disolver el concepto tradicional de familia y de las relaciones entre esposo y esposa. El principal obstáculo a ser removido es aquello que las feministas denominan "paradigma androcéntrico", cuyo pecado consistiría en colocar al "referente masculino" en el "centro" no sólo de las relaciones familiares sino también de las "prácticas y teorías" político-sociales.

De manera análoga, la transversalidad de "diversidad" consistiría en impulsar una especie de lucha de clases ideológica a partir de grupos sociales y organizaciones de "discriminados/as", entre los cuales la Sra. León cita a indígenas, afrodescendientes, mujeres y "personas discriminadas por su orientación sexual". Fue esta última categoría la que tuvo mayor actividad en el 3er. FSM, habiéndosele otorgado el edificio de la Usina del Gasómetro, en Porto Alegre, para efectuar sus numerosos seminarios y paneles. "La única manera de terminar con la homofobia es a través de una mudanza radical de la sociedad, por eso nuestra lucha es contra el capitalismo", explicó Tahís Wadhy, del llamado movimiento de Gays, Lésbicas, Bisexuales, Transformistas y Transgéneros-PSTU, mostrando cuáles son las metas sociopolíticas y culturales que se intenta alcanzar: el socialismo y la aceptación, por la sociedad, de prácticas homosexuales condenadas por la ley natural y por la Iglesia.

Irene León concluye diciendo que la adopción criteriológica de ambas transversalidades, de género y diversidad, en un evento de la magnitud del FSM abre el camino para la edificación "de un nuevo colectivo social" y, más aún, para una "visión" de la sociedad que esté impregnada por las "cosmovisiones y perspectivas de los/as discriminados/as". En otras palabras, una sociedad que, del punto de vista moral, constituiría una especie de glorificación del pecado original y de sus consecuencias.

Según el catedrático brasileño Silvio Gallo, de pensamiento anarquista, el concepto de transversalidad fue usado por primera vez por el filósofo y terapeuta francés Félix Guattari, un seguidor de las llamadas teorías del caos (cfr. F. Guattari, "Caosmose: um novo paradigma estético", Rio de Janeiro, Editora 34, 1992). Este autor, junto con el también filósofo Gilles Deleuze, defendió la transversalidad como un instrumento intelectual indispensable para contraponer a lo que denominó "paradigma arborescente" de la estructura del pensamiento humano. Desde el punto de vista de dicho paradigma o modelo se considera al pensamiento como un gran árbol cuyas extensas raíces están arraigadas en suelo firme (o sea, en premisas tenidas como verdaderas), que hacen posible el surgimiento de un tronco sólido, el cual, a su vez, se ramifica en muchos gajos.

Deleuze y Guattari, valiéndose de conceptos como la "intimidad caótica del funcionamiento cerebral", cuestionan y atacan todo pensamiento "arborescente", precisamente por basarse en principios sólidos, en verdades absolutas y jerárquicas. Y sostienen que la transversalidad es una manera eficaz de desmontar dicha concepción tradicional del pensamiento, que constituye una traba al avance de la revolución en las ideas, en las mentalidades, en los sistemas políticos y sociales.

El Prof. Gallo, citando a Edgar Morin, conocido sociólogo francés que también usa criterios de análisis de las teorías del caos, dice que la transversalidad va inclusive mucho más allá que la llamada interdisciplinaridad, pues ésta "no consiguió romper con esa estructuración jerárquica de los saberes".

Sin duda, mucho más podría decirse sobre transversalidad, diversidad, teorías del caos y otros temas relacionados. Los propios teólogos de la liberación no están ajenos a ellos. Leonardo Boff ha dicho que "el caos es la base del nuevo orden" y que él pertenece "a la vertiente que cree posible salir del conflicto estimulando los elementos positivos (sic) del desorden".

Esta serie de artículos sobre el 3er. Foro Social Mundial en cuanto laboratorio revolucionario, adoptó un método descriptivo con el objetivo de facilitar la comprensión de la envergadura de dicho evento, sin entrar a refutar filosóficamente sus errores, una tarea sin duda indispensable que podría ser emprendida por especialistas. De cualquier manera, es claro que estas observaciones, que se fundamentan en el pensamiento tomista, se contraponen frontalmente tanto a las teorías del caos cuanto a los análisis transversales de la realidad. Por fin, es del caso reiterar la advertencia hecha en el primer artículo: con los comentarios efectuados no se ha pretendido abarcar indistintamente al conjunto de los 100 mil participantes, sino a aquellos más representativos, dinámicos e influyentes que, durante el evento, asumieron una actuación nítidamente revolucionaria.

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