Mayo 24, 2003: Diario Las Américas, Miami (FL)
Gabriel García Márquez: delator de Fidel Castro
por Armando F. Valladares
Todos los dictadores y asesinos de sus pueblos han tenido defensores a ultranza; los tuvo Stalin, los tuvo Hitler y los sigue teniendo Fidel Castro. Pero los defensores de las dictaduras, los que hacen malabarismos dialécticos para justificar lo injustificable, tienen categorías y el daño que ocasionan tiene diferentes intensidades.
Quizás los más abominables en esa fauna que respaldan dictaduras, son los escritores, los poetas, los artistas. Siempre he pensado que un intelectual honesto tiene un compromiso ineludible con la sociedad, y ese compromiso debería obligarlo a trabajar en defensa de la dignidad del ser humano, a decir la verdad, a no escamotear la realidad histórica de los pueblos. Cuando un intelectual utiliza los canales que le permiten llegar a millones de personas a través de los medios de comunicación y utiliza ese privilegio para mentir, para engañar a las masas, escondido en su prestigio e intelecto se convierte en una amenaza para la sociedad, en una bazofia inmoral e impresentable.
Este es talvez uno de los más grandes crímenes, y es el caso del escritor Gabriel García Márquez, que ha puesto su pluma y su popularidad al servicio de la tiranía castrista para justificar los horrores y la persecución de la policía secreta cubana. Por defensores como estos, hemos tenido que esperar los cubanos cuarenta y tres años para que al unísono, todo el mundo civilizado "descubra" la naturaleza criminal del régimen castrista, la misma que ha tenido desde su llegada en 1959.
La defensa de García Márquez al régimen totalitario de la Cuba castrista no ha tenido límites. Cuando fue a recibir el premio Nobel, utilizó aquel acto solemne para injuriarme y descalificarme como escritor, tan repulsivo fue aquel ataque extemporáneo, que el Pen Club francés, que me hizo miembro de honor y me había concedido el premio "Libertad", salió en mi defensa y le recriminó por aquella diatriba.
Para García Márquez Cuba es como una gran finca cuyo dueño es su "amigo Fidel", por quien siente una admiración idílica. Allí tiene un automóvil Mercedes Benz blanco, regalo de "su amigo" y una residencia para sus encuentros con una cubanita que puede ser su nieta. García Márquez sabe que no puede criticar a Castro, porque "su amigo" le sabe mucho.
Recuerdo que a su paso por París García Márquez "informó" a los periodistas que Cuba era el único país verdaderamente libre de América Latina y el único donde se respetaban los derechos humanos, porque él se lo había preguntado a Fidel y éste le había asegurado que allí "no se violaban". También dijo que él siempre, antes de entregrar sus manuscritos a su editor, se los daba a Fidel para que les hiciera la última corrección, porque Fidel era el crítico más sagaz, el má inteligente, el más brillante, etc., etc., que él había conocido.
Los tres últimos fusilamientos y la encarcelación de75 pacificos disidentes ha motivado la crítica de intelectuales que hasta ese día defendieron y apoyaron los crímenes de la dictadura, Saramago el Stalinista, Carlos Fuentes y otros más que fueron defensores de la tiranía castrista. Muchos esperaron que García Márquez aprovecharía esa coyuntura para desligarse de una dictadura desprestigiada y agonizante, de la que ahora todos quieren mantenerse alejados. Yo sabía que eso no podía ocurrir, García Márquez no puede separarse de Fidel Castro.
En el colmo del cinismo, acorralado por la actitud de tantos intelectuales que han condenado la reciente represión, ha llegado a decir, para ocultar su complicidad, que él "ha sacado a miles de presos políticos de Cuba, que ni siquiera esos prisioneros saben que le deben la libertad". ¡Miente García Márquez! Sabemos que intervino en la salida de Cuba de un solo prisionero que por más, fue un delator que denunció a decenas de sus compañeros y que en la cárcel tuvo una actitud poco digna.
Lo que sí hizo García Márquez fue delatar a la policía política cubana a intelectuales cubanos que se oponían al régimen y que cometieron el error de confiar en él. Baste citar un solo caso: en 1980, en el vestíbulo del Hotel Riviera, el disidente y conocido luchador por los Derechos Humanos, Ricardo Bofill, (que ahora vive en Miami) logró que el entonces reportero de la Agencia Reuters, Collin McSevengy le entrara al hotel y le presentara a García Márquez. En un aparte con absoluta discreción, Bofill entregó a García Márquez una serie de documentos y denuncias de la situación de varios intelectuales en Cuba. Días más tarde Bofill fue arrestado y llevado a la sede de la policía política. Allí, sobre el escritorio del sonriente interrogador, estaban los documentos que le había entregado a Márquez.
El 13 de octubre de 1986 el Diario ABC y el Diario 16 de Madrid, España, publicaron la denuncia enviada por Bofill relatando estos hechos y señalaba que, "La delación de García Márquez ha supuesto la encarcelación de numerosos escritores y artistas cubanos".
García Márquez, cortesano de Castro, como ha dicho muy bien Mario Vargas Llosa; y chivato de Fidel Castro, agrego yo.
Armando Valladares, ex preso político cubano, fue embajador de Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, durante las administraciones Reagan y Bush.