Mayo 7, 2003: Destaque Internacional, Buenos Aires. Mayo 11, 2003: Diario Las Américas, Miami (FL).
Cardenal Sodano y Fidel Castro: el Pastor sale en auxilio del lobo
Por Armando F. Valladares
En un nuevo, sorprendente, poco divulgado y casi no comentado desdoblamiento del caso cubano, el Cardenal Angelo Sodano, Secretario de Estado de la Santa Sede, declaró el 30 de abril pp. que a pesar de los recientes fusilamientos y prisiones en Cuba "el diálogo nunca se interrumpirá" con el régimen castrista, porque él continúa nutriendo una "gran esperanza", que sería la del propio Pontífice: que el dictador Castro "pueda conducir ese pueblo hacia nuevas metas de democracia", respetando las supuestas "conquistas" que el régimen comunista habría "alcanzado en estos decenios" ("Cardenal Sodano: La Iglesia no romperá el diálogo con Cuba", Agencia Católica de Informaciones, ACI, Ciudad del Vaticano, Abril 30, 2003).
En sentido diverso, el día anterior la agencia vaticana Fides, de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, había reconocido que en relación al régimen cubano "esperábamos y nos hemos equivocado", porque la realidad está mostrando que "el puño de hierro de Fidel Castro, lleno del ímpetu del populismo retórico, cuya fuerza ha llenado las fosas de cadáveres, continúa abatiéndose contra gente inerme" ("La agencia vaticana Fides se siente traicionada por Fidel Castro", Zenit, Roma, Abr. 29, 2003). El sábado 26 de abril -cuando llegaba a un auge la interrogación mundial sobre el silencio público de la Santa Sede, tal como consignaron los "vaticanistas" del Corriere della Sera y de Il Giornale- la Sala de Prensa del Vaticano había decidido divulgar una carta reservada del Cardenal Sodano a Castro, en nombre de S.S. Juan Pablo II, donde mencionaba la "profunda aflicción" de éste ante los tristes hechos represivos y pedía un "significativo gesto de clemencia", que el tirano ignoró brutalmente.
Por ello, no se comprende el énfasis de la máxima autoridad de la diplomacia vaticana en ratificar su esperanza en el sanguinario tirano y su determinación de un diálogo a ultranza con el nefasto régimen cubano inspirado en la ideología comunista, que la Iglesia ha calificado como "intrínsecamente perversa". Todo esto parece de una gravedad como mayor no podía ser, sólo comparable, tal vez, a la afirmación de su predecesor, el Cardenal Agostino Casaroli, quien en visita a Cuba en 1974 llegó a afirmar que "los católicos que viven en la isla son felices dentro del sistema socialista y son respetados en sus creencias". Mi conciencia de católico, de cubano y de ex preso político durante 22 años, me impide hacer silencio a este respecto, llevándome a plantear algunas respetuosas interrogaciones y consideraciones.
Un "diálogo" presupone, entre otros elementos fundamentales, sinceridad de las partes. No dudamos que la posea el Emmo. Cardenal Secretario de Estado. ¿Pero cómo pensar que la tenga el sanguinario dictador? Tuve ocasión de abordar esta fundamental cuestión al comentar el mensaje de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba (COCC), "¡Abran sus corazones a Cristo!", dado a conocer después de la visita de S.S. Juan Pablo II a Cuba, en el cual los prelados cubanos hacían un llamado a establecer un "diálogo franco" con el Estado comunista (Armando Valladares, "Con el comunismo cubano, un 'diálogo franco' imposible", Diario Las Américas, Miami, Marzo 4, 1998).
En el plano diplomático y político, esperar y confiar en quienes no lo merecen -y que continúan dando brutales muestras de no merecerlo- puede ser una temeridad que conduzca a las mayores catástrofes, como lo ilustran tantos episodios de la Historia del siglo XX. En el plano del apostolado, la mansedumbre y paciencia como virtudes del cristiano se refieren a la actitud a ser tomada ante las afrentas personales, pero esto es muy diferente de la conducta pública que es preciso adoptar frente a los que sistemáticamente, de manera también pública, aplastan la verdad y el bien. En el plano evangélico, el propio Jesucristo mostró con su ejemplo que muchas veces el deber de los Pastores, para alertar y proteger al rebaño, no es el lenguaje del diálogo sino el de la increpación, como cuando apostrofó a las ciudades impenitentes de Corozain y Cafarnaum; a los mercaderes del Templo; a los fariseos "hipócritas"; a los mentirosos "hijos del demonio"...
Después de 40 años de persecuciones a la Iglesia, casi hasta el exterminio, con su cruel estrategia de crear apóstatas y no mártires; de millares de fusilados y asesinados; de un contexto psicológico, político y religioso de negación radical de la doctrina católica y de la ley natural; en fin, de la destrucción completa de la nación cubana, por parte de una ideología "intrínsecamente perversa" como lo es el comunismo, ¿cuáles serían las razones por las que el Cardenal Secretario de Estado continúa confiando en la posibilidad de un diálogo con Castro, llegando inclusive a hablar, en las referidas declaraciones, de "puentes de oro"?
El alto dignatario vaticano parece insinuar uno de esos motivos de esperanza, cuando elogia las supuestas "conquistas" de la revolución comunista. La misma expresión había sido usada por el brasileño Cardenal Paulo Evaristo Arns, uno de los máximos propulsores de la "teología de la liberación", cuando en 1989, en carta a un "queridísimo Fidel" afirmó: "La fe cristiana descubre en las conquistas de la Revolución las señales del Reino de Dios". ¿Cuáles serán esas "conquistas"? En 1998, causaron perplejidad palabras atribuidas a S.S. Juan Pablo II en el avión que lo llevaba a Cuba: junto con elogiar la siniestra figura del guerrillero cubano-argentino Ernesto "Che" Guevara -"yo estoy convencido de que quería servir a los pobres"- habría dicho estar "convencido" de la existencia en Cuba comunista de "progresos" en los campos de la escolarización y la salud ("Los periodistas entrevistan al Papa durante el vuelo a Cuba", Vatican Information Service, VIS, Enero 21, 1998). Sin embargo, tal como lo han mostrado documentadamente conceptuados especialistas, la educación y la salud, además de ser mitos publicitarios que no han alcanzado los éxitos que pregonan, son usadas por el régimen comunista como instrumentos diabólicamente eficaces de control psicológico, mental e ideológico de los desdichados cubanos.
¿Cómo un árbol malo podría producir frutos buenos? (cfr. S. Mateo 7, 18) Al menos tres libros publicados en el destierro cubano dedican capítulos a analizar críticamente el delicado tema de la convergencia comuno-católica en Cuba, algo que podré abordar en otra oportunidad (cfr., por ejemplo, capítulos "¿Es posible una 'síntesis' con la anti-cultura comunista?", 1998; "De los escombros de Cuba marxista, ¿'alternativa' comuno-cristiana para el siglo XXI?", 1997; "En los documentos del ENEC, la 'síntesis vital', camino e instrumento 'dialéctico' rumbo a una meta final común católico-marxista", 1990).
Por fin, el Cardenal Sodano alega en favor de su actitud hacia Cuba el antecedente de la política de aproximación del Vaticano con los regímenes comunistas del Este europeo, conocida también como "ostpolitik" vaticana, iniciada por Paulo VI y ejecutada por su Secretario de Estado, el Cardenal Casaroli, en la década de 1970.
A ese respecto, mártires vivos de la fe, como los Cardenales Mindszenty, Stepinac y Slipyj, mostraron de manera respetuosa, pero firme, sus objeciones a dicha estrategia de aproximación diplomática y diálogo con los regímenes comunistas. El lanzamiento en Roma de las memorias del fallecido cardenal Casaroli ("Il martirio della pazienza", Einaudi Editore), quien fuera secretario de Estado de la Santa Sede e impulsor de la llamada "ostpolitik" vaticana, hizo revivir polémicas en torno de este delicado tema. Una de las voces más críticas ha sido la del cardenal eslovaco Ján Korec, nombrado cardenal en 1991 y uno de los más importantes testimonios vivos de la "ostpolitik" en Checoeslovaquia. En extensa entrevista al periódico "Il Giornale", el purpurado la calificó como una "catástrofe" para la Iglesia de ese país pues "liquidó" con la actividad de los católicos que resistían al comunismo a cambio de "promesas vagas e inciertas de los comunistas". Del lado comunista todo no pasó de una "farsa", la cual "continúa hoy en China, Corea del Norte, Cuba, Vietnam", añade el cardenal Korec. Sobre la alegada eficacia de dicha política para lograr la libertad de las naciones comunistas, el Cardenal Korec preguntó: "¿Por qué entonces China continúa siendo la misma China, Vietnam continúa el mismo Vietnam y Cuba, sobre todo, sigue la misma Cuba?" ("I martiri dell'Est - L'Ostpolitik di Casaroli danneggiò i cattolici - Intervista con il cardinale slovacco Korec", Il Giornale, Italia, Jul. 18, 2000).
Delante de tantas incógnitas, de tantas perplejidades y de tantas dilaceraciones espirituales que todos estos episodios provocan ineludiblemente -viendo al Pastor salir en auxilio del lobo rojo acorralado- la fe de los católicos debe quedar intacta y hasta fortalecida. Pues es sabido que en materias diplomáticas y políticas ni siquiera los Papas están asistidos por la infalibilidad. Los fieles católicos cubanos, reafirmando la incondicional obediencia a la Iglesia y al Papado en los términos establecidos por el derecho canónico, y manifestando toda la veneración debida a la Cátedra de Pedro, tenemos el derecho y hasta el deber de resistirnos a aceptar determinadas orientaciones diplomáticas del Vaticano, en la medida en que éstas discrepen de la línea tradicionalmente adoptada por la Iglesia en relación al comunismo. Actitud que debe inspirarse en el mismo espíritu con que San Pablo "en su misma cara le resistió" a San Pedro (Gál. 2, 11).
Armando Valladares, ex preso político cubano, fue embajador de Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, durante las administraciones Reagan y Bush.