Oct. 8, 2002: Diario Las Américas, Miami. Oct. 3, 2002: Editorial CubDest.
Plinio Corrêa de Oliveira: Brasil, "carnaval electoral" y expiación
En su artículo "Elecciones y expiación", publicado hace 55 años, el profesor Plinio Corrêa de Oliveira trazaba un análisis del cuadro político y electoral de entonces, que parece escrito para nuestros días (cfr. "Legionario", semanario de la arquidiócesis de São Paulo, Brasil, Nov. 9, 1947). Como un homenaje a este gran pensador, líder católico y fundador de la Sociedad Brasileña de Defensa de la Tradición, Familia y Propiedad (TFP), en el 7o. aniversario de su fallecimiento, que se conmemora el 3 de octubre, transcribo algunas de las tesis del referido análisis, cuyo texto integral ofrezco por e-mail a aquellos que lo deseen.
Plinio Corrêa de Oliveira advertía que la expresión "carnaval electoral", por él usada, podía parecer demasiado fuerte, pero a ese respecto explicaba: ¿De qué otro modo podríamos calificar lo que tenemos delante de nuestros ojos? La orientación de los partidos es casi siempre lamentable; sus programas no desempeñan en general el menor papel; ningún candidato trata de aglutinar electores en torno de ideas; ni siquiera se intenta convencer a los votantes con argumentos; y se aplican técnicas de manipulación publicitaria a través de las cuales, usando una especie de ganzúa psicológica, se intenta arrastrar irracionalmente a los electores para este o aquel campo político.
En su análisis, el eminente pensador católico añadía: Los pocos candidatos dignos, que sí existen, quedan eclipsados en este cuadro, porque la razón, la decencia y la dignidad se ven ofuscadas por la fosforecencia del charlatanismo. Los partidos están propiamente desarticulados, los enemigos de ayer se dan un apretón de manos y pasan a atacarse mutuamente los que hasta ayer se abrazaban. Si bien es verdad que tal "carnaval" no se hace con el aplauso de la mayoría de los brasileños, tampoco sería posible sin el semi-consentimiento lleno de suspiros estériles de unos, las protestas indolentes de otros o la tolerancia criminal de no pocos. Posiciones que, cada una a su manera, constituyen en sí mismas formas de pecado, sea por omisión, sea por acción.
Sin embargo, a pesar de la gravedad de ese cuadro trazado hace medio siglo, que, reiteramos, sirve para describir casi letra por letra lo que ocurre en nuestros días, Corrêa de Oliveira no abandonó a sus lectores en un callejón sin salida, algo que podría llevar a consecuencias psicológicas derrotistas.
Así, aseveró él que aún era tiempo para que Brasil -no en vano llamado Tierra de la Santa Cruz, con su vocación providencial en el contexto de las Américas- reaccionara y se reerguiera, cualquiera que fuera el resultado de las elecciones: Las personas de bien deberían proclamar, delante de Dios y de los hombres, que detestan la blandura cómplice en relación a los desmanes de la vida privada y pública, y que de todo ello desean sincera y seriamente enmendarse. Para conseguirlo, un paso fundamental es la expiación, o sea, pedir perdón a Dios, por la maternal mediación de la Virgen María, por los pecados privados y públicos que se cometen.
Aquellos latinoamericanos que lean este artículo podrán juzgar en qué medida dicho análisis se aplica también, medio siglo después de haber sido formulado para Brasil, a sus propios países de origen.
Las verdades, sobre todo aquellas que son incómodas, no siempre atraen amigos. Por ello, no es de extrañar que la figura de Plinio Corrêa de Oliveira haya suscitado calurosas admiraciones en unos, pero también odios inimaginables en otros. Es este el precio terreno que figuras con visión profética de la Historia, de los caminos queridos por la Providencia y de los acontecimientos humanos muchas veces precisan pagar, antes de ser recompensadas de acuerdo con las palabras de San Pablo: "He peleado el buen combate, he guardado la fe. Ahora, me está reservada la corona de justicia" (2 Tm. 4, 7).