Sept. 25, 2002: Diario Las Américas, Miami (FL)

¿Brasil hacia el abismo? Neo-Lula, sugestión colectiva y cubanización

 

Por Armando F. Valladares

Si en octubre próximo, en el gigantesco Brasil, el pro-castrista candidato Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), venciera las elecciones presidenciales, varias naciones del continente serán probablemente arrastradas hacia la izquierda y la sanguinaria dictadura comunista de Cuba verá prolongados sus nefastos días.

No soy yo quien lo afirma; es el propio Sr. Lula que confiesa esos tristes presagios.

En La Habana, en diciembre de 2001, durante la 10a. reunión del Foro de São Paulo (FSP), junto a los jefes narco-guerrilleros colombianos Rodolfo González (FARC) y Ramiro Vargas (ELN) y a más de 300 líderes comunistas del continente, el dirigente brasileño rindió un increíble homenaje al dictador Castro: "A pesar de que su rostro ya está marcado por arrugas, Fidel, su alma continúa limpia porque Vd. nunca traicionó los intereses de su pueblo"; "gracias, Fidel, gracias porque Vds. continúan existiendo". El objeto de tan efusivo agradecimiento fue el tirano que mantiene en la más completa miseria y esclaviza, a sangre y fuego, a 12 millones de mis hermanos, desde hace más de 40 años; el mismo tirano que es, confesamente, el responsable directo por la subversión que asoló a América Latina en la década del 70, inclusive a Brasil, cobrando millares de víctimas inocentes.

Después de elogiar las supuestas "conquistas sociales" de la revolución (educación y salud que, en realidad, son usadas como eficaces instrumentos de control y represión psico-ideológica de la población) Lula convocó a "la izquierda latinoamericana y caribeña" a proteger, "de manera unida", a Cuba comunista. Parafraseando el conocido refrán, podría afirmar: dime con quién andas, a quién elogias y a quién pretendes ayudar, y te diré quién eres. Me permito recordar que el FSP es una coalición de grupos revolucionarios latinoamericanos, fundada por Lula y Fidel Castro en 1990 para salvar del naufragio a las izquierdas latinoamericanas, desmoralizadas ante el hundimiento del imperio soviético.

Del infierno cubano, en el cual parecía sentirse como si estuviera en el cielo, el Sr. Lula da Silva partió a Venezuela para articular alianzas con su amigo el presidente Chávez. "Él piensa igual a lo que yo pienso", declaró, resaltando las numerosas afinidades que lo unen al también pro-castrista presidente de Venezuela. Cualquier semejanza con el eje Castro-Lula-Chávez, que podrá llevar a la cubanizacion del continente, denunciado recientemente por el Prof. Constantine Menges, pesquisador del Hudson Institute, no es mera coincidencia.

En Brasilia, en junio de este año, durante una sesión conjunta de las comisiones de Relaciones Exteriores de la Cámara y el Senado, Lula reiteró su determinación, en caso de ser electo presidente, de hacer todos los esfuerzos para terminar con lo que él considera una injusta "exclusión" de Cuba comunista de la comunidad interamericana, defendiendo la necesidad de "incluírla" hasta en el Alca. En Passo Fundo, cerca de la frontera con Argentina y Uruguay, a comienzos de septiembre, Lula confesó que, con su eventual victoria, espera desencadenar un "efecto dominó" en la región: "Una victoria nuestra cambiará mucha cosa en la región, repercutirá en Argentina, en Uruguay, en Paraguay y en Colombia". Las ambiciones de la política externa lulista no terminan en América del Sur. Hace tres años el PT restableció relaciones con el Partido Comunista de China y en mayo de 2001 se concretó un viaje del Sr. Lula, junto con una importante comitiva, a dicho país comunista. Aloizio Mercadante, secretario de Relaciones Internacionales del PT, dirigente del FSP, organizador de los viajes internacionales de Lula y probable futuro canciller, explicó en la ocasión que alianzas con China, Rusia e India son "importantes" para dar fuerza a una posible coalición anti-norteamericana. Lula, en su referida visita al Congreso brasileño, reafirmó la determinación de profundizar esos vínculos.

A comienzos de febrero de 2002, el líder del Partido de los Trabajadores (PT), compareció al 2o. Foro Social Mundial (FSM), efectuado en Porto Alegre, al sur del Brasil. Durante el seminario "Otro Brasil es posible", en discurso ante los máximos dirigentes de su agrupación y de millares de militantes, Lula trazó la nueva estrategia que podrá permitir al PT, después de tantas tentativas frustradas, tomar el poder por la vía electoral. Retomando su intervención en la 10a. asamblea anual del FSP, en La Habana, el dirigente petista reconoció que dichos "fracasos electorales" se han producido porque "a veces la izquierda hace un juego que no siempre es el más conveniente", presentando imprudentemente ante el público brasileño un perfil "muy radical". Tal defecto estratégico afectaría, según Lula, al "99% de los participantes del 2o. FSM"; e hizo un urgente llamado a corregirlo. El dirigente se limitó a criticar los medios tácticos utilizados hasta aquí, pero de ninguna manera renegó las metas o fines de las izquierdas, que en general continúan con el mismo radicalismo.

El semanario brasileño "Veja", en su última edición, recuerda que en una reunión reciente con representantes del también pro-castrista Movimiento Sin Tierra (MST), "Lula les pidió que entendiesen el actual tono moderado de sus discursos como una necesidad de su campaña", porque "la cuestión, les dijo, es ganar la elección". A continuación, la revista pregunta: "Tres meses de campaña moderada, ¿serán capaces de anular dos décadas de historia del PT?"

Todo lo anterior ha sido publicado y difundido por las agencias internacionales; sin embargo, no ha sido obstáculo para que Lula, mediante prodigios publicitarios, se haya metamorfoseado en un neo-Lula, con una apariencia a tal punto moderada que su eslogan podría despertar envidia en los militantes pacifistas: "Lulita paz y amor"...

Influenciados por tales prestidigitaciones, no faltan quienes creen que Lula realmente cambió. Sin embargo, sus opiniones sobre el sistema comunista de Cuba y su viejo dictador, funcionan como un test y muestran que los sueños revolucionarios del neo-Lula no difieren de los del Lula de siempre. Si éste realmente hubiese cambiado, ¿no tendría la obligación moral de pedir públicamente perdón por haber apoyado, hasta hace tan poco, a la revolución comunista de Cuba y a su cruel dictador? El neo-Lula, para ser creíble, debería "quemar lo que adoró y adorar lo que quemó", si se nos permitiera parafrasear a San Remigio dirigiéndose al neo-cristiano Clodoveo, rey de Francia.

Pero el neo-Lula no parece estar dispuesto a seguir los pasos de Clodoveo, quemando lo que adoró, limitándose a "maquillar" lo que continúa adorando.

Muchos en Brasil, en América Latina y en el mundo tienen legítimas desconfianzas sobre esa súbita "moderación" del neo-Lula. Sin embargo, si la lógica indica un preocupante diagnóstico, la imagen publicitaria del neo-Lula ha hecho que otros sectores se estén dejando arrastrar por las apariencias, en un curioso fenómeno que parece tener algo de sugestión colectiva y que los especialistas en psicología social podrán examinar con mayor propiedad.

Similares fenómenos paralizantes del raciocinio, anestesiantes de la sensibilidad y hasta del propio instinto de conservación, no han estado ajenos a momentos previos de revoluciones paradigmáticas de la Historia, como la revolución francesa, la revolución rusa y la propia revolución cubana, fenómeno este que conocí muy de cerca. Aún antes que el futuro dictador y sus seguidores comenzaran a bajar de la Sierra Maestra -con medallitas de la Virgen y rosarios al cuello- Cuba fue siendo preparada para la capitulación mediante un proceso psicológico de disolución de las prevenciones y de las barreras de horror en relación a líderes revolucionarios sobre los cuales había indicios que defendían posiciones comunistas. Ese singular proceso afectó inclusive a miembros de élites agrícolas, industriales y hasta militares que pasaron a adherir a quien pronto se transformaría en su verdugo. En qué medida algo similar está ocurriendo en Brasil, los propios brasileños son los más indicados para corroborarlo o negarlo.

Intenté centrar mi análisis en las consecuencias externas de una eventual victoria del Sr. Lula y de su coalición de izquierda. De ninguna manera desearía que se interpretasen estas reflexiones como una forma de interferencia en los asuntos internos de ese gigante llamado Brasil, también denominado Tierra de la Santa Cruz. Para esta providencial nación deseo lo mejor, porque eso es lo que merece su pueblo mayoritariamente católico, inteligente, ingenioso, alegre y bondadoso; pero además, porque el desenlace electoral, que ocurrirá dentro de pocos días, podrá cambiar la historia de América y del mundo. A esto tampoco lo digo yo. Lo expresó el Sr. José Dirceu, actual presidente del Partido de los Trabajadores, que en la década del 70 recibió entrenamiento guerrillero en Cuba: el desafío del PT es "gobernar Brasil para cambiar el mundo". Que Dios no lo permita.

Armando Valladares, ex preso político cubano, autor del libro "Contra toda esperanza", fue embajador norteamericano ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, durante las administraciones Reagan y Bush.

Postdata: Acabo de leer la noticia de que el canciller brasileño Celso Lafer tiene en su agenda una próxima visita a La Habana, llevando en su maletín préstamos de U$S 25 millones para el dictador Castro. Es lo que informa el Jornal do Brasil en su edición del 17 de septiembre. Si el actual gobierno brasileño, que se dice defensor de los "derechos humanos", hace al dictador Castro este favor de fin de mandato, ¿qué no se podrá esperar que haga un eventual gobierno Lula? Mientras tanto, el joven físico cubano Dr. Juan López Linares, residente en Brasil, clama por su derecho de ir a Cuba a conocer, abrazar y besar por primera vez a su hijito Juan Paolo, de 3 años. El régimen, que cínicamente alegó los derechos del padre del niño Elián González de reunirse con éste, ahora se los niega al Dr. López. La contradicción es flagrante e indignante. Lo importante parece ser salvar del naufragio, a cualquier precio, a la nefasta dictadura comunista de Cuba, con lo cual se deja activada esa bomba de tiempo en el flanco de las Américas.