Nov. 21, 2001: El Nuevo Herald Digital, Miami, Foros, Cuba. Nov. 12, 2001: Revista Guaracabuya, Internet. Nov. 12, 2001: BuscadorPolitico.com.ar. Dic. 2, 2001: Diario Las Américas, Miami
Cuba: el "efecto Anabel" y el síndrome de desesperanza
Por Gonzalo Guimaraens
Mucho se habló en Brasil, en la propia Cuba, en los otros países de Iberoamérica y en los Estados Unidos del "caso Anabel", la joven que estuvo retenida en la isla durante años, contra la voluntad de sus padres, el matrimonio cubano formado por el médico Miguel Soneira y su esposa Leticia Antigua, actualmente residentes en el nordeste brasileño. La dramática historia de Anabel, rehén de Fidel Castro, con una foto que mostraba su fisionomía inocente y sus trencitas de adolescente, conmovió a la opinión pública brasileña, despertó la solidaridad de los mayores medios de comunicación de ese gigantesco país e hizo que las más altas autoridades políticas y diplomáticas brasileñas ejercieran crecientes presiones sobre La Habana, obligando al gobierno comunista a liberar a Anabel a comienzos de noviembre.
Sí, afortunadamente mucho se habló del "caso Anabel". Sin embargo, poco se ha analizado lo que podría denominarse el "efecto Anabel", que abarca un conjunto de consecuencias y logros del gesto valiente de sus cariñosos padres, que van inclusive mucho más allá de la tan anhelada reunificación familiar.
En efecto, venciendo los terribles condicionamientos impuestos por el miedo, que oprimen las conciencias de los cubanos, el matrimonio Soneira se atrevió a denunciar públicamente el chantaje castrista de que venía siendo objeto. El instinto paterno y el materno fueron más fuertes que las amenazas comunistas. Con lo cual se abrió un significativo precedente y una considerable brecha en los poderosos mecanismos de parálisis, basados en el terror, que asfixian a los habitantes de la isla y que atenazan a muchos cubanos que están fuera de ella pero que mantienen vínculos familiares en Cuba.
Numerosos lances de determinación y coraje de este matrimonio merecerían ser citados. Por ejemplo, a mediados de este año, en el tercer intento para traer a su hija, Leticia Antigua viajó a Cuba. Llevando en sus brazos a la hijita brasileña del matrimonio, Nicole, de 2 años, recorrió ministerios, organismos estatales y reparticiones de Inmigración clamando y exigiendo la liberación de Anabel, advirtiendo que en caso contrario expondría esa injusticia ante el mundo entero. Graves amenazas de un alto oficial del Ministerio del Interior la obligaron a abandonar Cuba. Pero la hicieron retornar a Brasil con la convicción de que la denuncia pública era la vía para recuperar a su hija.
La actitud de los Soneira es sumamente significativa y con alto contenido simbólico, a la vista de aquello que un grupo de lúcidos sacerdotes del Oriente cubano denominó "síndrome de desesperanza inducida" o de "indefensión aprendida", por el cual el aparato comunista, con una eficacia que esos religiosos califican de "diabólica", ha conseguido mantener hasta hoy la falsa impresión de que la realidad totalitaria es una situación monolíticamente sólida, sin la más mínima posibilidad de ser enfrentada o cambiada (cfr. "Comunismo cubano, ‘barreras de horror’ y psicología social", "Cuba: movilizaciones de masas y ‘control social’", "Comunismo cubano y ‘control social’", DIARIO LAS AMÉRICAS, Jun. 23, 2000, Enero 18, 2000 y Oct. 13, 1999).
Miguel y Leticia Soneira reconocen que juntaron fuerzas para librarse de ese síndrome de indefensión y desesperanza, inspirados en el ejemplo de otro matrimonio cubano residente en Brasil, los ingenieros Vicente Becerra y Zaida Jova, estudiantes de doctorado en la Universidad de Campinas. En abril de este año, el matrimonio Becerra decidió denunciar públicamente el literal secuestro en Cuba de su hijita Sandra, de 11 años, consiguiendo su liberación en junio pp. con la decisiva colaboración de medios de comunicación y de autoridades brasileñas.
El "efecto Sandra" inspiró el "caso Anabel". A su vez, el "efecto Anabel" podrá traducirse en un renovado impulso para el rescate de otros niños y jóvenes mantenidos como rehenes por La Habana y, quién sabe, en un movimiento psicológico que quiebre las tenazas del miedo y de la parálisis, acelerando los anhelados días de libertad para Cuba.
Gonzalo Guimaraens es analista político. E-mail: cubdest@cubdest.org