Abril 8, 2001: Diario Las Américas, Miami
Ginebra 2001 y el chantaje castrista
Por Armando F. Valladares
El gobierno de Chile, que preside el socialista Lagos, y el de Canadá, encabezado por el izquierdista Chrétien, con el beneplácito del ambiguo presidente de México, estarían confabulados para que la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, reunida en Ginebra, diluya una moción de condena a Cuba comunista con la inclusión simultánea de una censura al embargo norteamericano. Los checos, sorprendentemente, estarían dispuestos a prestarse a tal juego, presentando esa moción. Es lo que afirman insistentes versiones de prensa, en vísperas de la votación relacionada con el via crucis del pueblo cubano que, de manera sumamente simbólica, podrá realizarse durante la Semana Santa, o pocos días después.
Incluyendo al embargo norteamericano en esa censura simultánea, los mencionados gobiernos, y aquellos que eventualmente se presten con su voto para tal maniobra, contribuirán a tender una cortina de humo sobre la verdadera causa de los problemas cubanos: el embargo interno impuesto a sangre y fuego, durante más de cuarenta años, por el régimen comunista, que asfixia todas las libertades y mutila todos los derechos; con lo cual, no pudiendo evitar una condena de la dictadura castrista, con esta maniobra la semi-absuelven y la semi-justifican. Al mismo tiempo, se pagaría tributo al régimen comunista, satisfaciendo la "prioridad número uno" de la política exterior castrista, que es su demagógica propaganda anti-embargo, tal como reconoció el canciller cubano, Felipe Pérez.
La raíz de los males de la isla está en el embargo interno comunista y no en el embargo externo norteamericano. Es lo que denunció el preso político cubano Dr. Oscar Elías Biscet, que actualmente sufre torturas en una de las mazmorras más insalubres del régimen, la prisión "Cuba Sí’, en la provincia de Holguin: "Es el sistema comunista el origen y al causa de la grave situación de los cubanos"; la "hambruna" del pueblo cubano se debe a una "dictadura totalitaria" que sigue el "modelo político-económico soviético"; y por tanto "el levantamiento del embargo tiene que estar condicionado al respeto de los derechos humanos del pueblo, libertad de todos los presos políticos, multipartidismo y elecciones libres", ha expresado este mártir vivo, en un mensaje a dirigentes del mundo libre escrito en mayo de 1999, poco antes de su detención. No se justifica entonces, de ninguna manera, que en Ginebra se haga una alusión simultánea al embargo externo siendo que no es éste la causa de la opresión y la miseria en Cuba.
Un discurso del dictador Castro en la Universidad de Panamá -al día siguiente de haber sido increpado por el valiente y joven presidente de El Salvador sobre su responsabilidad directa en los millares de crímenes de los guerrilleros comunistas en esa sufrida nación centroamericana- da luz sobre la insistencia y, casi se diría, la obsesión de diversos gobiernos latinoamericanos en condenar el embargo norteamericano. Según la versión oficial del Granma, órgano del Partido Comunista de Cuba (PCC), Castro explicó que cuando "los latinoamericanos dejaron de ser cómplices del bloqueo", pasando a condenarlo en los foros internacionales, "Cuba aplicó la política correspondiente a esos cambios", habiendo "cumplido con sus compromisos y su palabra" a ese respecto (Granma, 20-nov.- 2000). A juzgar por la explicación de Castro, se trataría de un pacto político por el cual, a cambio de las hipócritas condenas al embargo externo por parte de los gobiernos latinoamericanos -cumplidas al pie de la letra en todas las Cumbres Iberoamericanas y en tantos otros foros internacionales- el dictador Castro habría dado su "palabra" (como si ésta valiese de algo) de atenuar la acción subversiva, directa o indirecta, en los países cuyas autoridades nacionales aceptasen tal acuerdo o, más precisamente, a tal chantaje. Sería el "boleteo" cobrado por Cuba comunista, como lo hacen los narco-guerrilleros colombianos con propietarios urbanos y rurales para que no sean secuestrados o asesinados.
La adhesión de representantes latinoamericanos a una deplorable moción que contenga una especie de "empate técnico" entre Cuba y Estados Unidos, en Ginebra, podrá tener allí su explicación. Si no es así, que esos representantes muestren su independencia en relación al dictador, desmintiendo, con palabras y con hechos, su versión publicada por el Granma. Me he limitado a analizar un aspecto, que considero substancial, del problema planteado en Ginebra, dejando de lado otros no menos importantes en el plano latinoamericano, como también la actitud de los representantes de la Unión Europea.
En cierto sentido, en Ginebra se juega no sólo el destino del pueblo cubano sino el del continente latinoamericano. Baste constatar dos hechos que muestran que desde Cuba se siguen moviendo los hilos de la subversión en América Latina: la actitud sumisa del presidente Pastrana en relación al dictador, llegando a pedirle consejos sobre cómo negociar con la narco-guerrilla comunista e incluyendo a Cuba entre los países garantizadores de los llamados "acuerdos de paz"; y el papel protagónico de la delegación del régimen comunista cubano en el reciente Foro Social Mundial efectuado en Porto Alegre, Brasil, con la presencia de guerrilleros colombianos, "teólogos de la liberación" y representantes de movimentos de izquierda radical de todo el continente.
Armando Valladares, ex preso político cubano, fue embajador de Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, durante las administraciones Reagan y Bush.