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Editorial del CubDest, Enero 26, 2001

Powell, Colombia, el "diálogo"

y los ciegos que no quieren ver

El próximo 31 de enero se vence en Colombia el plazo para que el gobierno renueve o no el uso, por parte de las narco-guerrillas comunistas, de un estratégico territorio de 42 mil kilómetros cuadrados, otorgado inicialmente para que allí se desarrollasen las llamadas "negociaciones de paz". Encuestas fidedignas como las del canal de TV colombiano Caracol constatan un clamor popular de más del 80%, solicitando al presidente Pastrana que no efectúe esa renovación, la cual sólo ha servido para fortalecer a los guerrilleros alentados desde Cuba.

A pesar de dicho clamor popular y de que el Ejército afirma estar en condiciones de retomar en cualquier momento esa estratégica zona actualmente en manos de la guerrilla, el presidente colombiano no pierde oportunidad de reiterar su disposición de diálogo a cualquier precio, arriesgándose a pasar a la Historia como el Kerensky colombiano.

En ese delicado contexto, el secretario de Estado norteamericano Colin Powell, en declaraciones efectuadas ante miembros del Senado de su país, ha afirmado categóricamente: "Apoyo la política del presidente Pastrana en relación al Ejército de Liberación Nacional (ELN) y a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)".

Con esas palabras, lo que Powell apoya es un proceso de "diálogo" del gobierno de Colombia con crueles narco-guerrillas cuya frágil premisa, negada a diario por la triste realidad, es que éstas tendrían sinceras intenciones de paz.

Lo que Powell endosa en relación a las FARC es un proceso de "paz" mediante el cual el gobierno les cedió la referida área de 42 mil kilómetros cuadrados, supuestamente para facilitar las negociaciones, pero que en realidad han sido usadas para esconder secuestrados, reclutar y entrenar militarmente a centenares de adolescente, producir cocaína, guardar armas, etc.

Lo que Powell respalda en relación al ELN es un proyecto de acuerdo similar por el cual el gobierno colombiano cedería a este grupo guerrillero, notoriamente ligado a Cuba comunista, otra estratégica área territorial, alegando también que esto facilitaría las conversaciones de "paz".

Lo que Powell apuntala son negociaciones del gobierno colombiano con el ELN, que a pedido del presidente Pastrana están siendo supervisadas por un grupo de "países amigos", entre los cuales está nada menos que Cuba comunista; con lo cual el mandatario colombiano introdujo, literalmente, al zorro en el gallinero.

No ponemos en tela de juicio la buena intención que anima al secretario de Estado Powell en relación a Colombia y a América Latina. Pero a juzgar por las referidas declaraciones, su visión sobre la realidad de este estratégico país sudamericano es cándida; y, por corresponder a la de tan alta autoridad de la mayor potencia material del mundo, es sumamente peligrosa.

El secretario de Estado norteamericano tiene la posibilidad de abrir sus ojos y sus oídos a los hechos presentados por figuras honestas, genuinamente conservadoras, de Colombia y de otros países de América Latina, de manera que esos aportes puedan ayudarlo a ver claramente la realidad de Colombia y de la región. En este momento crucial para América Latina, no deberíamos olvidar la advertencia de la sabiduría popular que afirma que no hay peores ciegos que los que no quieren ver.